El Palacio de Miramar resplandecía. Había dejado a mi madre en buenas manos para escuchar la charla de Elsa Punset y recordar que conviene fomentar las emociones positivas. El peque merendó en esos jardines que aún da corte pisar -demasiado franquismo e historietas de Zipi y Zape -. Llegamos a casa con las bolsas de la compra donde nos esperaba una colada para tender. Esto es como el partido de fútbol en el que no pasa nada. Aquí quería venir. Abrí una ‘Mahou’ y consulté la programación televisiva. Nada. Decepción. Ningún partido del que disfrutar. ¿Adónde se habían ido los gladiadores? Así no se cultiva una afición. Recordé con nostalgia los educados y certeros comentarios de Sara Carbonero la víspera, sólo cuando sus compañeros le daban paso, eso sí. Tuve que conformarme con un documental de la 2 sobre parejas gays. A mí siempre me han gustado este tipo de reportajes. Pero mientras exista Sudáfrica necesito emociones intensas. Mis gladiadores. ‘Ia, ia, ia….. Villa maravilla’.