Ya hemos dicho que los conversos al fútbol -tal vez sólo seamos conversos al Mundial- somos los peores. Y de un juego queremos extraer lecciones para la vida. Pero, quitando las crónicas de quien quiere hacer del periodismo literatura sin estar dotado de buena pluma, los relatos de los partidos pueden convertirse en un curso acelerado de inteligencia emocional, el arte de darse cuenta de lo que pasa en cabeza propia y comportamiento ajeno.
Repasemos algunas lecciones. ‘Alemania pagó carísima su falta de ambición’, escribió el reportero sobre la semifinal con España. La ambición no tiene buena fama. Según la RAE es el deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama. Pero una vez más el diccionario se queda corto. Habría una ambición necesaria para ser audaz y arriesgar. Filosofía de jabulani.
Más. ‘Los goles no hay que merecerlos, hay que marcarlos’. Un colegio de Vitoria no atendió un caso de acoso y la madre del niño, abogada, ha conseguido una sentencia favorable que ayer saltó a las páginas de los periódicos, la peor publicidad. La madre tenía razón, sí. Pero además ha marcado un gol.
Y el volver a intentarlo. El gol de Pujol. ‘Ya buscó el testarazo desgarrador y maldijo su mala suerte’, escribió el periodista. Perseveró. Y consiguió, ‘la gran cornada del día de San Fermín, que vale una final’.
Ay.