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Estas no son las noticias del día

Desnúdame despacio

Era domingo y tocaba sesión de cocina. Después de dos celebraciones de cumpleaños -triunfará el restaurante que vuelva a hacer una menestra tradicional, un plato de cardo o unas sencillas alcachofas- hacía falta un menú depurativo. Purrusalda.



Eliminé las primeras capas de envoltorio de los puerros y apareció el producto, brillante y terso. Las zanahorias también revivieron al chocar contra sus carnes el chorro de agua refrescante (¿qué me dicen de los baños de Olasagasti, campeón aizkolari, en las rocas de Igeldo?).


¡Qué piel tan blanca dejaron al descubierto las tiras del rasurado de las patatas! Decidí añadir a mi cazuela la mitad de una cebolla. En el puchero humeante se mezclaron los productos en tonos pastel. Un chorrito de aceite suavizante y una pizca de sal. Con tapa, y a fuego lento.


Mientras la receta cumplía sus tiempos, abrí un periódico mal leído esta semana. Se celebraba el día contra los malos tratos a las mujeres. Una de ellas relataba que su marido la golpeaba y la violaba. Su hija se escondía en el cuarto. Lleva cinco años divorciada y él se llevó a la niña.


“¿Se llevó a la niña? ¿Y qué hicieron los jueces?”, me pregunto.


Estos días las asociaciones de jueces han reaccionado contra el proyecto Pajín de retirar la custodia a los hombres acusados de maltrato. “Puede originar grandes injusticias”, dicen.


Cuando llegué a la cocina, la purrusalda aún hervía.

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