Hace unas días mi madre me llamó con urgencia:
–¿Me acompañas a comprar la lavadora y el frigorífico?
Una no termina de conocer a su madre. Había acudido sola al médico y lo que realmente le preocupaba eran los electrodomésticos.
La elección de la lavadora fue sencilla. La del frigorífico se complicó.
–No me gusta que quede muy encajado, –le escuché decir mientras sonaba mi móvil.
Cuando acabé de hablar, la compra se había efectuado. Ella parecía satisfecha.
Al día siguiente, tras la instalación, la encontré abatida.
–Sobra demasiado espacio.
–Es lo que te anunció la chica –respondí–, comprendiendo su pesar.
Fue cuando pensé: ‘Si no hubiera sonado el móvil…’. ‘Si mi madre se hubiera tomado un tiempo…’ ‘Si el instalador no hubiera llegado resoplando…’
Dijo un lama tibetano: ‘Nuestras acciones son como cajas de cerillas. Pueden encender una hoguera o arrasar un bosque. Pero siempre dan un resultado’.
Un día más tarde hablamos.
–Ya me he acostumbrado –sentenció–.