Me pasó hace tiempo en una cena del PP cuando era cronista municipal. Las chicas de la formación llevaban tacones de varios centímetros mientras que yo lucía unas sandalias modernas de cuña que pensé servían para toda ocasión. Pero, no. Aprendí esa noche que unos zapatos de altura son un buen fondo de armario, que diría el cronista rosa.

Un día, paseando por la Avenida, descubrí un par de impecable diseño. En la tienda mi deseo de compra se enardeció:

-No queda tu talla. Se han vendido apenas llegar… -la dependienta se detuvo unos instantes- …pero vamos a recibirlos.

Cuando llegó el par esperado una de las vendedoras comentó: ‘le quedan grades’, pero no renuncié a mi logro. Hoy los llevo con plantillas y han superado distintas pruebas.