Mi peluquera siempre se pregunta por qué en Donostia todas la señoras visten de beige y llevan el pelo corto.
-Cómprate algo en colores vivos, nada que ver.
Viendo las películas de Woody Allen he entendido el fenómeno donostiarra: lo beige es clásico. Y combinado con blanco, muy elegante.
Las rubias protagonistas del director neoyorquino visten estos colores, a juego con las lámparas y las decoraciones de las casas y hoteles que pisan.
Pensaba en ello el domingo mientras regresaba del Trueba de ver ‘Medianoche en París’ (V.O., thanks). Cruzaba el puente de Gros en una Donostia convertida en parisina: los árboles del río y la Avenida, la geometría del Ensanche Cortázar, el Urumea, que no es el Sena pero que tanto ha mejorado.
Y volvía a la misma idea. ¡Qué grande es Woody hasta en sus pequeñas trampas!