Me llamó Naiara Eizaguirre para una tertulia en su programa de
Teledonosti. Se hablaría de los indignados, los jóvenes que protestan en la Puerta del Sol, secundados en ciudades y países. Claman por los abusos de los banqueros y de la clase
política y animan a sumarse.
A la tertulia iría un doctorado indignado, un cineasta indignado, una
bloguera amiga indignada y yo, una periodista con indignación
‘latente’. A veces me enfado en este blog pero otras, no.
Así que fui. Aquello sería una fiesta. Una ‘plumilla’ en un
medio desconocido. ‘Para sentirse como pez en el agua hay que nadar’, -me
dije-. Recordé el consejo de mi viejo profesor: ‘ensaya cien veces lo que
dirás en público una’, pero, ingrata, lo eché a un lado.
Sesión de maquillaje -un lujo extraño al papel- y, por fin, el deslumbrante plató. Hablé como observadora pero hoy, al abrir el periódico, me he descubierto tres veces indignada. Perdí mi oportunidad, viejo profesor. Pero, al menos, he empezado a nadar.