Si vivieran en el barrio de Usera de Madrid o se hubiera acercado a él por cualquier motivo y no hubieran podido escuchar las noticias, seguro que aunque no lo hubieran querido, se habrían dado cuenta de que hoy comienza el nuevo año chino. Por primera vez en mucho tiempo, se habrían sorprendido de encontrar los comercios de los chinos cerrados y la decoración de las calles les habría transportado a Chinatown. La imagen de un cerdito amistoso y unos farolillos rojos engalanan el barrio porque hoy comienza el año 4717 según el calendario chino. Como no, año de prosperidad, fertilidad y miles de cosas buenas porque para qué nos vamos a poner pesimistas antes de tiempo. Incluso algún procrastinador o rezagado está a tiempo de comprarse esa agenda nueva que iba a utilizar cada día para evitar despistes o pueden apuntarse al gimnasio tan contentos, como si fuera 1 de Enero y una vez pasado el resacón de las fiestas fueran a comenzar una vida más saludable. Siempre se puede volver a empezar, hasta el último día porque quedan tantas cosas por hacer que lo mejor es aprovechar el impulso del cerdito. ¿No estamos en la era de la motivación y del buenrollismo? Aunque bien pensado, prefiero esa actitud a la de los funkillers, esos que ven futuras desgracias en todo y te borran una media sonrisa que conseguiste ( no sin algo de esfuerzo ) a la mínima de cambio. ¿Es posible vivir sin protestar y aceptando la realidad tal y como nos viene? No es fácil pero el otro día leí que un periodista hizo la prueba durante una semana para la revista ICON y les invito a leer el artículo de Miguel Ángel Bargueño. El periodista además de probar un cambio de actitud para ver cómo sienta quejarse menos, consulta con un psicólogo experto que le dice: “ Los quejicas son más infelices, no cabe duda. La queja la usamos todos en mayor o menor medida para expresar las cosas que no están bien en nuestro entorno y que necesitamos ayuda pero provoca un efecto contrario” explica el psicólogo Miguel Marino aunque también añade que “ callarse tampoco es bueno “. Ahí llega la dificultad: no explotar por dentro pero no convertirse antes de tiempo en un viejo cascarrabias. Cada quien que lo logre como pueda. Yo me quedo con un diálogo que escribía un periodista en un reportaje a Antonio López en El País Semanal que era el siguiente:
¡Qué certero! ¡ Quién sabe nada !
Y por cierto, si quieren aprender un poco de chino mandarín Xin Nian Kuai Le !!!!