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Ricardo Aldarondo

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Primavera Sound (4): Día 2, Wilco-Pixies-Marc Almond.

Mucho mejor. Sin duda. La segunda jornada fue bastante más intensa y gratificante que la inicial. Más abarrotada, también. La explanada principal estaba a reventar para ver a los Pixies, que siguen atrayendo en exclusiva a mucho personal: al término de su concierto los guardas de seguridad se preguntaban extrañados qué pasaba para que de pronto saliera tanta gente a la vez del recinto. A muchos no les interesaba otra cosa. Pero hubo otras muchas cosas, incluso más interesantes.

Low. Como estaba anunciado, hicieron enterito y por orden el disco The Great Destroyer. Esta vez sí que estaban en el recinto adecuado, el Auditori, y no al aire libre como en la anterior visita al Primavera. Y esta vez alcanzaron la plenitud. Más de 2.000 personas en silenciosa comunión para entrar en el mundo delicado, casí religioso, de Low. Como siempre, la chica de la batería de pie en el centro, el líder Alan Sparhawk concentrado a la izquierda, y el bajista en segundo plano a la derecha. Grandes composiciones y momentos sublimes, especialmente cuando las dos voces se conjuntaban en los temas más lentos y la sensación general era de levitación. Hubo también guitarreo distorsionado en puro sonido Neil Young. O sea, lo dominaron todo.

Beach House. Fue el típico concierto-en-el-que-hay-que-estar, lo que implicaba que la mitad de la gente estuviera hablando, de paso, o mirando para otro lado. Además no cabía un alfiler. Y claro, así es difícil disfrutar del pop introspectivo y melancólico de este dúo peculiar, en el que el punto central son el tecladito y la voz grave de la chica, Victoria Legrand. Basaron su repetorio en Teen Dream, con Zebra como momento más esperado que llegó a mitad de concierto, pero también recuperaron temas de su anterior álbum, como el precioso Heart of Chambers. Todos los temas sonaron casi calcados a las versiones en estudio. En el Auditori hubiera sido emocionante.

Wilco. Demostraron una vez más que son infalibles. Empezaron con un sonido nefasto, la mitad de los instrumentos no se oían y la otra mitad creaba un barullo rarísimo. Nada les funcionaba, pero tiraron para adelante, porque tienen recursos para rato. Después de dos temas caóticos (I’m Trying to Break Your Heart, el segundo), Jeff Tweedy dijo: “Tenemos problemas, así que lo mejor será que cantemos algo todos juntos”. Y empezó un suavísimo y casi unplugged Jesus, etc. coreado por la audiencia que nos calmó a todos el mosqueo. Luego dijo: “Empezamos de nuevo”. Y ya todo fue como la seda. Un hit tras otro, con la absoluta maestría de la banda para modular las intensidades y sorprender con salidas estilísticas inesperadas. Como dijo un chico que estaba detrás de mí, “en el rollo arreglitos son unos cracks”. Tres temazos como Imposible Germany (con su fantástico crescendo de guitarras), Via Chicago (con la tormenta eléctrica que meten en medio) y I’ll Fight con su melodía encantadora, ya logran el éxito completo. Nada novedoso para quien ya les haya visto antes, pero lo hacen tan bien y con tanta credibilidad, que siempre hay que quitarse el sombrero ante ellos.

Marc Almond. Era una incógnita y se despejó de la mejor manera imaginable. El ex cantante de Soft Cell, que hace un lustro estuvo en coma por un accidente de moto, está no solo perfertamente recuperado, sino con un aspecto juvenil y enérgico asombrosos y una voz excelente. Con una banda más bien senior y clásica (aunque incluye al guitarrista de Sigue Sigue Sputnik con su tupé blanco) que sonaba impecable y vibrante, dio rienda suelta a su rol de artista entre Judy Garland y el cabaret, pero en su sitio, sin pasarse. Temas clásicos de su carrera en solitario (Open All Night, Brilliant Creatures), alguno de Marc and the Mambas, la inevitable y muy brillante versión de Jacques Brel (Jackie) y tres de Soft Cell (Bedsitter, Tainted Love y Say Hello Wave Goodbye) completaron un recorrido por todo lo alto de una carrera de 30 años en un hora sin desperdicio.

Pixies. El público más variopinto y más numeroso se rindió a la ceremonia pixie. Una banda que recupera con sabiduría un repertorio ya mítico, y que despierta entusiasmos en cada una de sus escalas, ya sea en la línea harcore o en la de cantemos-todos-juntos. Hubo de todo, con hits como Hey, Velouria, Caribou, Debaser, Here Comes Your Man y hasta el Winterlong de Neil Young, ofrecidos por el cuarteto con total profesionalidad, con sonrisas continuas de Kim Deal como queriendo desmentir el mal rollo entre ellos que siempre se les atribuye, y una sensación de estar disfrutando, más o menos, de lo que hacen. Uno echa de menos el papel que tenía Joey Santiago en la buena época de los Pixies, ahora el guitarrista está siempre más en segundo plano, y el solo nada imaginativo de Vamos confirmó que no es el que era. Pero se cumplió lo que se pretendía: celebrar el cancionero pixie en masa y que cada cual les acompañara a voz en grito con su melodía favorita.

A punto de empezar la tercera y última jornada, que se prevé más popera y electrónica, con Roddy F-rame, Gary Numan y Pet Shop Boys, más superhéroes de los 80.

(Foto: Primavera Sound / Inma Varandel)

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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