Lo tenemos muy visto, hay quien dice que ya no hace más que regodearse en su estilo, pero Tim Burton sigue resultando asombroso, ahora que ha quedado expuesto de forma muy completo el origen y desarrollo de ese mundo tan identificable. La Cinemateque Française acoge en París una exposición sobre Tim Burton que tiene todo lo esperable y más. Se pueden contemplar el traje y las manos cortantes de Eduardo Manostijeras y una de sus vegetales obras; tres máscaras de Batman y los diseños de los magníficos personajes de La novia cadáver; cascos de El planeta de los simios y navajas de Sweeny Todd.
Pero todo eso está en la última parte de la exposición, y puede ser lo más espectacular y reconocible, pero no lo más interesante. Porque lo que asombra es la cantidad de dibujos de todas sus épocas, y algunos artilugios indescriptibles que, además de resultar tan graciosos como desconcertantes, imaginativos, extraños o chocantes, indican la fogosa creatividad de Tim Burton. Se diría que no puede parar quieto. Dibujos hechos en cualquier papel, algunos arrugados como si hubieran estado tirados durante años en su mansión; formas que parecen embriones de la arquitectura de todo su mundo futuro, personajes que se cruzan y se transforman con los que definitivamente aparecieron en sus películas… Incluso una colección de dibujos improvisados en servilletas de bares y hoteles. Todo le vale a Tim Burton para dejar testimonio de su desbordante imaginación.
Entre las curiosidades, un cartel para los bomberos de su Burbank natal que hizo Tim Burton cuando era un chaval; y la portada de un disco de la banda de la policía local, también obra suya. En diversas pantallas se pueden ver cortos, desde algunos escolares a Frankenweenie y Vincent, con muchos de los bocetos que hizo para ellos. Pero uno se queda con un tiovivo extravagante, y esa especie de robot con cabeza como de cacerola, por elegir algo, entre esa inmesidad de deliciosas y deslumbrantes extravagancias…
La exposición está abierta hasta el 5 de agosto, y se puede ver en una hora y pico, pero como tiene la virtud de estar colocada en un solo espacio con sus recovecos, uno puede perderse por ella durante horas…
Entre los souvenirs, un catálogo delgadillo pero bastante representativo, un libro mastodóntico con dibujos de Tim Burton pero que es una obra en sí misma y no un catálogo, los consabidos imanes de frigorífico, tazas y demás, y también libros de Edward Gorey: la influencia es tan grande, que queda asumida…