No es un christma, sino una auténtica postal, o una postal de irrefutable belleza creada como parte del característico arsenal artesanal de Moonpalace Records. Y con un detalle especial: ¡unos sellos con dodos (la mascota-símbolo del sello) procedentes de Islas Mauricio! La llamada de atención, que no felicitación, viene de un territorio tranquilo y bello, como indica la imagen, algo crepuscular también: los ambientes en que se mueven las, también a veces alegres, canciones de The 99 Call. Es el tercer lanzamiento de 2013 de Moonpalace Records, que fiel a su frecuencia y puntual a la cita de tres discos anuales, vuelve a ofrecer su característica calidad y exquisitez.
Esta vez no es un descubrimiento total, como los felices casos recientes de Francis Alun Bell, House of Wolves y Old Amica. Porque los británicos The 99 Call ya ocuparon la referencia 19 en el catálogo de Moonpalace con un EP, Spanish Flies, que era una gozada en su brevedad, y que ahora se amplía y se completa en You Know Who You Are (Sabes quién eres) con la grandeza que merecen las canciones de Paul Anderson y Clive Painter, un dúo de compositores que se puede ir incorporando a la estela de bondades que ese formato ha dado en el pop. No vamos a ponerlos a la altura de Paul McCartney y John Lennon, de Chris Difford y Glenn Tilbrook, que aún es pronto, pero llevan buenas trazas. Los ex componentes de Tram y Broken Dog, respectivamente, tocan casi todo, con ayudas puntuales de otros en trompetas, acordeón o voces. Detalles que engalanan un pop delicado como pocos pero en absoluto blando o ñoño.
Aunque sus composiciones son muy notables, entre las diez canciones del disco incluyen una versión de Radar Brothers. Dice la hoja promocional que es la mejor de ese reivindicable grupo. No puedo atestiguar si es la mejor, pero sí desde luego que es espléndida, al menos tal como la presenta The 99 Call. Y que se haya recogido aquí, una bendición. Porque cuando hace dos años a The 99 Call les tocó ser los primeros en un concierto en Gazteszena que incluía a cuatro grupos (PLV Havoc, Bigott y Clem Snide eran los otros), nos dejaron encantados con esa versión de Shovelling Sons (al menos a los pocos que les vimos a esa temprana hora, como contamos aquí con el clarificador título de Vosotros os lo perdísteis) y es estupendo poder disfrutarla de nuevo. También recuperan en You Know Who You Are cuatro de las cinco canciones de aquel anterior EP, y han hecho bien porque así este Lp es ya una tarjeta de presentación del grupo por todo lo alto.
The 99 Call, como demostrando la coherencia de Moonpalace Records, tiene lazos estilísticos, ambientales, espirituales, con algunas cosas de House of Wolves (en voces) y Francis Alun Bell (en pianos ambientales), aunque por otra parte sean muy distintos. O sea que está garantizado que complacerán a los que ya han disfrutado de esas joyas que nos va descubriendo Moonpalace.
So I’ll Just Walk Away (que luego se repite en una versión con piano distinta pero igualmente hermosa), abre con una inevitable separación amorosa que cala inmediatamente en el oyente: dolorida pero no quejumbrosa. Y con una trompeta conmovedora en su sencillez. Un comienzo por todo lo alto, que no decae con Friend, Lover, Companion, a la que si hubiera que buscar comparación, nos haría pensar en los Mercury Rev más delicados y celestiales. Algunas canciones nos hacen recordar lo bueno que era el EP anterior, pero de otra manera: son nuevas versiones, y así, una de las más bonitas y pegadizas, Don’t Forget Me, si antes tuvo el piano como base, ahora vira hacia el country con acústicas, banjo y un órgano juguetón. En A Gift, una de mis favoritas, despliegan un lujoso juego de voces (no pienses que vienen de Fleet Foxes, sino de Beach Boys), y YoursAlways es una miniatura musical con un texto con la brevedad, la concisión y la despedida de una postal auténtica. Como todo gran disco, You Know Who You Are se reserva una de las mejores canciones para el final: el vals a contrapelo Last Days.
Como siempre, Moonpalace Records da la opción de escuchar el disco entero en bandcamp, o comprar una de las cien únicas copias creadas a mano y de cuidadísimo diseño, que brindna placer y emoción a más sentidos, y no solo al oído. Para comprarlo, aquí.
Y para escucharlo: