Hoy le dedico este post a dos plantas que desde que entraron en mi cocina se han convertido en unas grandes aliadas. Por un lado gracias a sus propiedades gastronómicas (sabor, aroma y color en en concreto) pero también por sus habilidades como generadoras de salud. La parte que se utiliza de estas plantas es el rizoma, un rizoma es un tallo subterráneo, del que salen por un lado las raíces y por el otro, hacia la superficie, la parte visible de la planta, ¿adivinas cuales son?
Me refiero a la cúrcuma y el jengibre, dos plantas que llevan miles de años acompañándonos con diferentes usos. Su origen geográfico no está claro del todo pero las sitúa en el sureste asiático. La cúrcuma se ha empleado como colorante, perfume, infusión, especia y medicina y su uso está más extendido en la India donde se emplea tanto en la medicina Ayurveda como junto con otras diferentes especias para dar el característico color a uno de los currys tan usados en ese país.
El jengibre con un característico punto picante es un gran protagonista en la medicina china. Se ha utilizado para aliviar molestias digestivas o para ayudar en procesos catarrales por su poder expectorante entre otros aspectos. Desde un punto de vista gastronómico es ideal en sopas y guisos pero ojo, en su justa medida ya que tiene un aroma muy potente que puede arruinar la receta. Ve añadiendo poco a poco y encuentra el punto que más te convenza.
Como he dicho otras veces la alimentación es una manera muy segura para prevenir enfermedades. Acuérdate del “somos lo que comemos”. La manera que eliges de alimentarte muestra su reflejo en tu estado de salud. Tener ingredientes como estos en tu despensa es una garantía de salud y bienestar.
Para que te animes a probar estos dos rizomas tan peculiares te voy a dar un par de consejo muy sencillos.
Hasta la semana que viene!