Me encuentro en muchas ocasiones con personas en la consulta que lo que pretenden es reducir su grasa corporal. Al estudiar cómo es su día a día alrededor de las comidas me suelo encontrar con un patrón que se repite muy a menudo. Pasan el día comiendo por debajo de sus necesidades; se levantan con el tiempo justo para un café y dos galletas, no comen nada hasta la comida que suele ser deficiente y cuando cae la tarde comienzan a escuchar los gritos del cuerpo pidiendo energía.
A esto se suma el tipo de alimentos que se eligen a lo largo del día para cubrir las “necesidades”. Lo pongo entre comillas porque esas necesidades no son las fisiológicas, en parte si pero la mayor proporción de esa necesidad es, como decirlo, gustativo-agresiva. Me invento este término para definir un tipo de alimentación basada en el “que esté rico”, o “si no me gusta no me lo como” cada vez más extendido, la cultura de alimentos ultraprocesados cargados de sal, harinas refinadas, azúcar y grasas enfermantes, pero eso si ricos y rápidos de preparar si es que tienen que prepararse…
Volviendo a la cena, llega el momento de prepararla y se despierta esa bestia interior que pide a gritos comida, pero además en esos momentos tiene prisa, quiere algo y lo quiere ya!! Y se tira de un trozo de queso, luego otro, una cervecita mientras preparas la cena, unas patatas y así un largo etcétera de picoteos superfluos que hacen que en ocasiones llegues a la cena cenado.
Cabe destacar que, salvo contadas excepciones en personas que hagan ejercicio intenso al final del día, la cena conviene que sea una comida más bien ligera. Maticemos ese “ligera”. Con ligera me refiero a platos que concentren en poca cantidad muchos nutrientes sobre todo de los “micro” es decir vitaminas y minerales. Las verduras son especialistas en esta tarea y para poder basar la cena en las verduras debes haber proporcionado a lo largo del resto del día la energía que tu cuerpo necesita. No es cuestión de llevar a rajatabla la expresión típica de; desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo, pero la esencia de esa frase nos es válida. Es decir durante la noche el cuerpo reposa y no consume o debería consumir las mismas calorías que a lo largo del día. Digo debería porque a día de hoy el sedentarismo extremo es una plaga cada vez más extendida y ya sabes que tan importante como alimentarte bien es mover el cuerpo que tienes.
La semana que viene hablaremos más de este tema. Hasta entonces!!