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Edgar Indurria Jiménez

Nutrición y cocina saludable

Cordero con piel de lobo.

Como todas las ciencias, la nutrición está en constante renovación y las afirmaciones que hoy parecen irrefutables mañana pueden tambalearse. Hoy os voy a hablar de las grasas saturadas.

La grasa es un nutriente ESENCIAL para el cuerpo. Que no se nos olvide, no podemos vivir sin ellas, forman la estructura de la pared de las células, son por un lado fuente de energía y por otro una reserva de la misma, son el vehículo de las vitaminas A,D, E y K, ayudan a reforzar el sistema inmunológico y son necesarias para una correcta salud cardiovascular entre otras muchas funciones y las grasas saturadas están presentes dentro de ellas por lo que su consumo es fundamental para mantener un buen estado de salud.

Este tipo de grasa (saturada) la encontramos en mayor grado en el reino animal, la mantequilla y la carne roja son dos de los ejemplos más oídos en relación al aporte de grasa saturada, pero también la encontramos en el reino vegetal en las grasas de palma o de coco.

 

Las grasas saturadas han sido hasta hace poco demonizadas como las principales causantes de enfermedades cardiovasculares, responsables del colesterol elevado y en gran medida de esta epidemia creciente de obesidad. Pues bien, estas afirmaciones empiezan a ponerse en duda cuando aparecen nuevos estudios en los que se observa que no existe relación entre el consumo de grasa saturada y el riesgo cardiovascular. Y digo empiezan porque aún es pronto para hacer grandes cambios en las recomendaciones. Desde luego si que podemos afirmar que las grasas saturadas no son el demonio.

Entonces, ¿dónde está el problema? ¿cuál o cuáles son los responsables del aumento de obesidad y enfermedades cardiovasculares?

 

Lo que si influye es la manera de consumir grasa saturada. No es lo mismo tomarse un filete de ternera ecológica que comerse unas salchichas baratas. Las dos grasas son saturadas sí, pero salta a la vista las diferencias. Las salchichas emplean gran cantidad de aditivos, azúcar, grasa añadida, etc.

 

Cada día más nos apartamos del alimento original ya sea carne, pescado, legumbre, fruta u otro y lo sustituimos por sucedáneos sometidos a procesamientos industriales donde convierten materias primas pobres y de mala calidad en alimentos más que apetecibles y nos preguntamos porqué estamos cada vez más enfermos. Si hacemos una casa con cimientos débiles no podemos esperar que no se tambalee.

 

Si dirigimos nuestra alimentación hacia productos frescos, sin procesar, de temporada y de la zona estaremos disfrutando por un lado de una calidad excelente de materias primas, ayudaremos a los pequeños productores locales, contaminaremos menos y las grasas saturadas que consumamos nos llenarán de energía y ejercerán sus funciones felizmente.

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Un espacio donde aprenderás las claves de la alimentación sana y cómo ponerla en práctica, con recetas que unen salud y sabor

Sobre el autor

Desde que tengo memoria como. Y no he dejado de hacerlo hasta hoy. Cuando estudié nutrición en la Universidad Autónoma de Madrid empecé a entender que había maneras de alimentarse que contribuían a mi salud. Me di cuenta de lo importante que es hacer llegar a la gente algo tan fundamental como aprender a elegir los alimentos y a esto es a lo que me dedico a día de hoy.


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