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Puerta atrás

Lolo, un entrenador diferente

Una de las mayores virtudes que puede tener un entrenador de Baloncesto es la capacidad de conseguir esa sensación tan difícil de que doce jugadores sumen entre todos uno, un equipo. Lograr que todos crean en un mismo objetivo y, sobre todo, convencerles de hacer lo necesario para conseguirlo. Lolo Encinas tiene esa capacidad.


Recuerdo perfectamente las primeras semanas de Lolo en la UPV de Primera Nacional Universitaria. El que hasta entonces entrenaba al equipo tuvo que dejar su cargo por motivos personales cuando estabamos invictos. El cargo era muy goloso; tanto, que cuando el nombre de Lolo comenzó a sonar algún técnico que se sentía candidato al puesto comenzó a acusar a Encinas de falta de capacidad, de ser “solamente un delagado, no un entrenador”. Eso los jugadores de la UPV lo sabíamos bien porque nos lo decían directamente.



A pesar del juego sucio, Boliche le acabó dando el puesto a Lolo y el día de su debut, encajamos nuestra primera derrota de la temporada. Un gran estreno para el nuevo entrenador… Esa misma semana, en un partidillo amistoso durante un entrenamiento, el padre de un jugador profesional -del que recentemente he contado una historia en este blog- se pasó el partido entero gritando a nuestro nuevo entrenador: “¡Pitino! ¡Motiva! ¡Vamos Pitino, motiva!”. Lo comienzos nunca son sencillos y desde ese día, el mote de Pitino no ha abandonado a Lolo…


Pero desde ese punto todo fue a mejor. Las victorias volvieron a llegar, cada día jugamos mejor y el ambiente del equipo era inmejorable. La responsabilidad de Lolo en todo esto era muy alta. Había tiempos muertos -esa temporada y todas las que Lolo me ha entrenado- que el corro parecía un hervidero, Lolo nos decía lo que debíamos hacer, pero además los jugadores aportaban, en ocasiones, parecía que nos gritábamos unos a otros, pero en realidad todo tenía muchísimo sentido.


Así, llegamos a la recta final de temporada con opciones de entrar en el Campeonato de España, pero para meternos teníamos que ganar en cancha del líder, Salamanca, que lo había ganado todo casa. Llegamos un día antes del partido y nada más bajar del autobus, Lolo nos obligó a cambiarnos y salir a correr bajo la lluvia. Por las cabezas de todo el equipo rondaba lo mismo: “Ésta se la devolvemos”.


Esa noche, hubo una reunión de  unos pocos jugadores en la que decidimos, quiero decir, decidieron, cómo iba a tomar cuerpo esa venganza. El capitán del equipo, Eneko Etxeberria, siempre tan responsable, no estaba del todo seguro, pero acabó aceptando.


Pasaron las horas, hasta que todos quedamos en el vestíbulo del hotel. Cuando Lolo bajó del ascensor vio a todo sus jugadores agrupados, cuchicheando y mirándole de reojo. “Aquí algo raro pasa” debió pensar. Pero antes de poder dirigirse hacia ellos, una persona de recepción se acercó a nuestro entrenador y con tono muy serio le sugirió tener una pequeña charla, ya que se había producido un incidente.


Desde la distancia, íbamos viendo como la cara de Lolo cambiaba a medida que transcurría la conversación, hasta que al final, se acercó caminando hacia nosotros con una cara entre decepción y enfado. Al principio, trató de ser compresivo: “Bueno chicos, uno de vosotros ha robado en el hotel…” En ese momento, David Castañeda le cortó bruscamente y en tono desafiante le espetó: “He sido yo, ¿qué pasa?”. Lolo intentó pedirle que devolviera lo sustraitdo, a lo que David, gritando, se negó en redondo. Mientras, el segundo entrenador David Rodríguez decía para sí mismo frases como “no lo me lo puede creer” o “cómo habéis podido”. El intercambio verbal fue subiendo de temporatura hasta que ya no aguantamos más y todos comenzamos a reir a carcajadas.


Cuando Lolo comprendió que nos habíamos compinchado con la recepción del hotel para gastarle una broma sólo fue capaz de gritarnos “¡Seréis cabrones…” Pero, un minuto después, de la manera más natural, estabamos ‘metidos’ en el partido. El éxito del ‘incidente’ convirtió el camino al pabellón en una fiesta y un par de horas después salimos de allí siendo el único equipo que fue capaz de ganar en la pista del campeón de España.


Con Lolo no sólo acabamos terceros de España ese año, sino que al siguiente el equipo subió de Autonómica a Nacional y después, de Nacional a Liga EBA, con un equipo de 20 años de media. Ni recuerdo la cantidad de veces que le oí “Si les dejamos en 70 ganamos seguro” o cuando ibamos por debajo en el marcador la frase “Vosotros sois mejores que estos tíos, no me creo que vayáis a dejar que os ganen”. Eso, cuando enfrente estaban, por ejemplo, Sergio Rodríguez o Saúl Blanco. Pero lo cierto es que nos convenció.


Lolo Encinas no es un entrenador convencional. No tiene infulas ni jamás le he oído decir nada para elogiarse a sí mismo. Lo que sí ha hecho siempre es creer en sus jugadores. Tengo muy claro que se merece estar donde está, se lo ha ganado él solito, sin hacer ruido.


Y también se que el buen rollo dentro del gupo humano que forma el Bruesa GBC seguro que es, en gran parte, cosa suya.


Por cierto, ¿saben de qué equipo es Lolo de toda la vida? Este domingo querrá que pierda…

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