Murphy Brown ha sido una de las series que ha traspasado los límites de la pequeña pantalla para convertirse en un fenómeno social, sobre todo en USA, donde fue una serie de enorme éxito y con bastante influencia en la vida social americana.
Murphy Brown era la reportera estrella de un programa informativo semanal de máxima audiencia, donde el tratamiento de las historias y su interacción con sus compañeros de programa eran la base de las tramas de la serie, siempre en base de comedia.
La serie explicaba las noticias desde una perspectiva progresista y alejada de las tesis conservadoras de la época Reagan en que empezó a emitirse, y por estas razones se enzarzó en una serie de polémicas de las que daremos buena cuenta en esta nueva entrada del blog.
Ficha: Murphy Brown, 247 episodios. Nov 1988-May 1998. CBS (USA)- la 2 (E).
Sinopsis: Murphy Brown, recién salida de una clínica de recuperación de su alcoholismo, se incorpora al programa de televisión del que era la reportera estrella, antes de su ingreso en la clínica, y en el que se han producido una serie de cambios que afectan a Murphy Brown y su trabajo.
El inicio: A mediados de la década de los 80 una joven productora sin mucha experiencia, Diane English, vendió a la cadena CBS, la idea sobre una serie acerca de un programa de televisión con ideas y visiónes progresistas, con una mujer fuerte e independiente como protagonista, para contrarrestar los efectos conservadores del periodo Reagan-Bush que presidió el país durante toda la década.
En este vídeo puede ver la sintonía final de la serie, ya que fue de las primeras en no tener carátula ni títulos de crédito que aparecían superpuestos en la primera escena:
La trama: Murphy Brown se reincorpora al equipo de programa informativo semanal FYI (For Your Information), un tipo Informe Semanal, después de rehabilitarse en una clínica por su alcoholismo.
Brown es una periodista íntegra, agresiva y punzante que busca noticias y exclusivas políticas debajo de las piedras y se ha conseguido labrar una gran reputación, en especial entrevistando a políticos y empresarios.
A su reincorporación, observa que además de sus viejos compañeros la cadena le ha colocado un nuevo productor ejecutivo, un imberbe graduado de 25 años, brillante economista pero lerdo en periodismo, así como a la reportera que la ha sustituido, una antigua Miss América, de gran belleza, pero que prefiere tratar noticias banales e insustanciales, lo que enfurece a una periodista de la vieja escuela como es Murphy Brown.
Completando su equipo, tenemos al otro reportero estrella del programa, más especializado en temas sociales, y al presentador del programa, un veterano busto parlante más estirado que una jirafa en celo.
La mayor parte de la serie transcurre en los estudios de televisión donde se prepara el programa y narra en clave cómica los esfuerzos de Murphy Brown para mantener el nivel de profesionalidad del programa, lanzando continuas puyas a su productor ejecutivo, exclusivamente preocupado por las audiencias. Ella seguía viendo horrorizada la proliferación de reportajes de animalitos y sucesos relegando a un segundo plano los reportajes de investigación que encumbraron al programa.
La lucha entre Murphy y el sector más juvenil del programa centraba la mayoría de las tramas, en las que después de varias vicisitudes Murphy solía imponer sus ideas progresistas sobre las de su jefe o las de su compañera que eran objeto de sus continuas burlas. La serie tenia tanto éxito que no tenía ningún problema en conseguir que grandes artistas aparecieran en la misma, como por ejemplo Aretha Franklin, como pueden ver en el siguiente vídeo:
Otro de los aspectos más cómicos era el continuo baile de secretarias que tenía Murphy Brown, en lo que se convirtió en un gag continuo marca de la casa, con la aparición cada semana de una nueva a cual más desastrosa o peculiar, que lógicamente desaparecía al final del episodio.
El segundo aspecto que trataba la serie era la vida privada de Murphy Brown, que vivía sola y sin pareja, pero en cambio tenía un pintor residente en su casa, que empezó para pocas semanas y acabó durante seis años haciendo reformas continuas en su mansión. Eldin, que así se llamaba el pintor, se convirtió en un buen amigo y su confidente, aunque la factura total por las inacabables reformas nunca la llegamos a saber.
Los episodios no solían arrastrar tramas de unos a otros y tenían una estructura similar, que semanalmente describía las pugnas cómicas internas para controlar el programa hasta llegar a su emisión, para finalizar el mismo con Murphy volviendo a su casa para encontrarse con el pintor y comentar la jugada. Siguiendo con los famosos, aquí podemos apreciar la aparición de Olivia Newton-John:
La serie me encantaba y tenía un ritmo muy rápido, que nos hacia estar pegados a la pantalla, con la rara virtud de tratar temas importantes con una cierta vis cómica, pero sin ridiculizarlos ni banalizarlos, con especial hincapié en meterse con el universo yuppie de la época marcado por la presidencia de Ronald Reagan.
Las puyas de Murphy Brown defendiendo su integridad eran punzantes y a la vez divertidas, y mostraba de forma amena la progresiva degradación de los estándares televisivos de los informativos, que desgraciadamente acertó de pleno. No hay más que ver muchos de los noticiarios actuales, donde predominan los sucesos, los desfiles de lencería interior y la gente de la calle declarando si hace frío, calor o se moja, dando la razón a las previsiones agoreras de Murphy Brown.
Sus promociones eran realmente divertidas, como muestra este gran vídeo, que juega con el nombre de Murphy Brown y la gran canción ‘Bad Bad Leroy Brown’ del fallecido Jim Croce:
La polémica con el vicepresidente Dan Quayle:
Además de su calidad, hubo un suceso que ha hecho pasar a Murphy Brown a la historia de la televisión y fue su polémica con el entonces vicepresidente de los USA, Dan Quayle. En 1992, en plena campaña electoral para la reelección de George Bush padre, que perdió posteriormente con Bill Clinton, su vicepresidente Dan Quayle, famoso por sus meteduras de pata, hizo unas declaraciones públicas criticando al personaje de Murphy Brown.
Su crítica venía dada porque el personaje en la serie había decidido tener un hijo sola al quedarse embarazada y Dan Quayle criticó esta elección, diciendo que no estaba de acuerdo en que un show televisivo se mofara de la importancia de tener al padre y a la madre para educar al niño, y criticando directamente al personaje por su elección. Concretamente, dijo que era un mal ejemplo que una mujer inteligente, educada y rica tuviera un hijo sola, contemplándolo como una elección de vida.
La catarata de críticas que le cayeron a Quayle por polemizar con un personaje televisivo fue de aúpa, y todos los cómicos americanos se ensañaron con él. La propia serie hizo un episodio doble introduciendo las palabras de Quayle en la trama, dirigidas a Murphy Brown. La reacción de ésta fue recordarle una de sus más famosas meteduras de pata, cuando deletreó mal la palabra ‘patata’ en inglés corrigiendo públicamente a un niño de 12 años que lo había hecho bien, ya que el presidente dijo potatoe en lugar de potato, como dijo el niño, y como muestra el siguiente vídeo mítico:
Por ello, en dicho episodio y a modo de respuesta Murphy depositó un camión lleno de patatas delante de la residencia del vicepresidente, como respuesta a su indignación.
Los actores: Candice Bergen, una actriz con una sólida carrera cinematográfica, aceptó encantada su paso a la televisión para tener un horario mejor para criar a su hija Chloe, nacida de su matrimonio con el cineasta Louis Malle.
Bergen había destacado en el cine sobre todo en la década de los 70, con títulos como ‘Conocimiento Carnal’, ‘Muerde la Bala’ o ‘Gandhi’, donde destacaba por sus papeles de mujer guapa pero con cerebro, alejada del estereotipo de la rubia tonta.
Murphy Brown se lo debe todo a ella. Bergen está majestuosa, interpretando a una mujer que sabe lo que quiere en la vida y acostumbrada a romper todos los techos de cristal y, sobre todo, mostrando una vena cómica que apenas habíamos visto en su carrera cinematográfica. Su papel le valió siete nominaciones al Emmy a la mejor actriz de comedia de las que ganó cinco, muestra clara del prestigio que se ganó en el sector.
Más adelante volvió a sorprendernos con otro gran papel en ‘Boston Legal’, y siempre ha sido una de esas actrices que he admirado desde su más tierna juventud, adaptándose como ninguna al paso del tiempo con papeles adecuados a su edad.
Su reportero rival, Frank Fontana, era interpretado por otro de esos magníficos secundarios, Joe Regalbuto. Regalbuto se esforzaba en sus trabajos pero siempre estaba por debajo de Murphy, aunque lo aceptaba de buena manera siendo uno de sus mejores amigos en el estudio.
Éste fue su papel más importante y luego ha seguido compaginando la actuación con la dirección hasta nuestros días.
Charles Kimbrough era el busto parlante Jim Dial, un periodista de la vieja escuela, sobrepasado por los tiempos, pero que sólo su porte y su perfecta dicción le mantienen en el candelero. Añora los tiempos gloriosos de Cronkite y Murrow, y su permanente estiramiento y engolamiento era una de las principales señas de identidad del programa.
Kimbrough ha desarrollado su carrera principalmente en el teatro, tanto antes como después, y hay que reconocer que en esta serie su estado de continuo azoramiento era realmente divertido.
Faith Ford era Corky Sherwood, una antigua Miss América convertida en reportera. A Corky le falta la inteligencia y la sabiduría de Murphy, pero es mucho mas simpática y empática con la gente y conocedora de sus limitaciones. Se especializa en temas ligeros y algo insustanciales, ante el desespero de Murphy Brown.
Ford fue una de las revelaciones de la serie y estaba espléndida como la supuesta rubia tonta, que no es tan tonta como parece y va evolucionando y madurando con el paso de los años.
El objeto de la ira continuada de Murphy era su productor ejecutivo Miles Silverberg, al que interpretaba Grant Shaud, un joven inexperto en periodismo pero buen ejecutivo. Murphy no paraba de humillarle en público y gastarle bromas de todo tipo, que éste aguantaba incluso demasiado estoicamente.
Shaud, muy divertido, era básicamente todo lo que la serie quería poner en evidencia, los yuppies sin conciencia social, jóvenes, ricos y conservadores, lo que le hacia el blanco perfecto para Brown. El actor no ha hecho nada de relevancia, después de ser reemplazado al final de la octava temporada por Lily Tomlin.
Por último, en uno de los personajes más extraños de las comedias televisivas, tenemos al pintor Eldin, que era Robert Pastorelli, que parecía un residente más en casa de Murphy con sus reformas inacabables.
El papel y el actor eran divertidos, aunque solía ser únicamente de dos o tres escenas al final del episodio al estar alejado del epicentro de la acción, pero era la única persona que plantaba clara a la agitada Murphy Brown. Pastorelli fue dando tumbos por la vida después de la serie hasta morir por sobredosis en 2004 en su casa.
El final: La serie empezó a dar muestras claras de fatiga y de falta de nuevas ideas en la octava temporada, donde decidieron a finales de la misma reemplazar al productor ejecutivo por una mujer interpretada por Lily Tomlin, en un intento por insuflar algunas nuevas ideas a la serie, pero el intento fue en vano y la serie siguió perdiendo audiencia.
En la décima temporada la cadena decidió a pasarla a la noche de los miércoles, lo que representó la sentencia definitiva para la serie que supo a mediados de esa temporada que iba a finalizar su singladura.
El capítulo final fue una especie de sueño donde Murphy Brown, recuperándose de un cáncer de mama, entrevista a Dios y a Ed Murrow, el más admirado presentador de informativos americano de la década de los 50, en un montaje visual.
Fue un episodio correcto aunque no excesivamente brillante, pero sirvió para finalizar con nota alta la larga trayectoria de esta serie.
Curiosidades: Los Four Tops colaboraron en la promoción de la serie con un magnífico vídeo promocional con su canción ‘I Can’t help myself’, que pueden disfrutar a continuación:
Murphy Brown fue una comedia que me encantaba, ágil, divertida y a la vez capaz de criticar y parodiar determinados aspectos incómodos de la sociedad, huyendo de la infame corrección política que todo domina. Fue una apuesta brillante por mostrar que era posible un periodismo de calidad, además de mostrar las futuras tendencias sensacionalistas y banales que por desgracia son cada vez más comunes.
Si Lou Grant fue el gran periodista masculino televisivo, Murphy Brown comparte el honor con ‘La Chica de la Tele’ en el apartado femenino. Y ver a Candice Bergen ocupar la pantalla es un recuerdo que perdura en la memoria de muchos.
Esperamos sus opiniones y comentarios, aquí o en nuestras cuentas de Twitter (@jefoce ) y (@lmejino). Hasta la próxima.
Mikel Madinabeitia/ Lorenzo Mejino