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Lorenzo Mejino

Series para gourmets

El pájaro espino: La lucha interna entre la vocación religiosa y la pasión amorosa

Una semana dedicada a series papales y cardenalicias, no podía tener otro cierre que “El Pájaro Espino” una de las miniseries mas populares del siglo XX que congregó a millones de personas de todo el mundo para seguir la historia de amor imposible entre el sacerdote Ralph de Bricassant y la joven Meggie Cleary en las lejanas llanuras australianas a través de varias décadas de su vida en el siglo XX.

Su emisión en cuatro días consecutivos durante la Semana Santa de 1983 la convirtió en la segunda miniserie más vista de la historia de la televisión, solo por detrás de “Raices” y la cuarta en el global en ese momento tras el final de “M.A.S.H” y el episodio donde se descubre quién disparó a J.R de Dallas.

En la actualidad todavía tres de sus cuatro episodios se encuentran entre los diez mas vistos de la historia de la televisión USA, lo que es un fiel reflejo del impacto que se extendió a todo el planeta con nuestro país como uno de los lugares donde triunfó de una forma mas aplastante.

A pesar de no ser precisamente una miniserie que fuera santo de mi devoción, un fenómeno de semejante magnitud necesita ser analizado con la profundidad y respeto que le vamos a mostrar a continuación, lo que seguro le van a traer excelentes recuerdos del momento en que la vieron.

Ficha: The Thorn Birds (El pájaro espino) 4 episodios 120 m Mar 1983-  Cadena: ABC(USA) TVE (E)

Sinopsis: La familia Cleary emigra al poblado de Drogheda en Australia desde su Nueva Zelanda natal, donde Mary la hermana de Paddy, el padre de familia, tiene un rancho ovejero en el que va a emplear a su hermano.

Paddy se traslada con su mujer y sus cinco hijos entre los que destaca su única hija, la pequeña y pelirroja Mary y establecen una relación de amistad con el sacerdote local el joven y apuesto Ralph de Bricassant, que ha sido enviado a ese lugar olvidado del mundo como represalia por haber insultado a un obispo.

La terrateniente Mary controla todos los aspectos del rancho y del pueblo con mano de hierro y se ha encaprichado del sacerdote Ralph, al que no deja de tirarle los tejos, en parte por capricho y en parte por ver si es capaz de hacerle romper sus votos de castidad.

Ralph se resiste siempre a sus insinuaciones, pero debe estar a buenas con ella, si desea que le ayude dentro de la iglesia para ascender a lugares mas importantes que es lo que en el fondo ambiciona. Su mayor tentación es cuando nota que el afecto que siente por la pequeña Meggie, se va transformando al crecer y convertirse en una bellísima mujer lo que deriva en una gran atracción mutua, a la que debe resistir si desea progresar en la iglesia, delimitando las fronteras de ese amor imposible que les va a marcar durante el resto de su vida.

El inicio: David L Wolper era el productor de oro estadounidense, tras haber estado detrás el éxito planetario que fue “Raices”, lo que le llevó a que firmara un acuerdo con Warner Brothers, para que su productora creara series de forma exclusiva para ese pilar de la industria audiovisual.

En su primera reunión los ejecutivos de la Warner Brothers, le indicaron a Wolper que estarían muy interesados en que adaptara en el formato que quisiera una novela titulada “The Thorn Birds”, escrita por la australiana Colleen McCullough ( foto inf) y que se había convertido en un auténtico superventas literario tras su publicación en 1977 y de la que habían comprado sus derechos a la autora para su adaptación cinematográfica o televisiva, pero no habían conseguido sacar nada en claro.

El avispado Wolper, vio rápidamente el filón que tenía en el libro y aceptó rápidamente la propuesta, enfocándola casi desde el principio para el formato de miniserie, porque consideraba que la densidad de la novela rio de McCullough tenía material para muchas mas horas de metraje que la de una película convencional.

Wolper puso a trabajar en el guión a dos de sus escritores jornaleros, Carmen Culver y Lee Stanley, con instrucciones precisas de hacer los mínimos cambios de la estructura y la trama del libro para ser lo mas fieles posible al original, bajo su estricta y férrea supervisión, poniendo como director al artesano canadiense Daryl Duke para un largo rodaje en escenarios naturales en Australia.

El rodaje tuvo problemas presupuestarios, al pasarse el director casi un 50% del presupuesto inicial, lo que desató la ira de David L. Wolper, que estaba dispuesto a despedir a Daryl Duke con cajas destempladas, pero fue convencido por los ejecutivos de Warner Brothers, para que le dejara acabar la miniserie, porque les encantaba lo que estaban viendo y no querían que un cambio fuera a desvirtuar el resultado final.

La serie fue comprada por la ABC, que decidió emitirla como si fueran cuatro películas de dos horas en cuatro días consecutivos durante la semana santa de 1983 con el siguiente trailer promocional y el éxito que les he mencionado en el preámbulo.

La trama:
La novela de Colleen McCullough era una clásica novela rio que desarrollaba la saga familiar de los Cleary a través de tres generaciones y sesenta años, con un énfasis especial con la relación de su hija Meggie con el sacerdote Ralph.

Los larguísimos títulos de crédito iniciales mas propios de una película que de una miniserie, con la música del siempre magnífico Henry Mancini, nos muestran los extensas llanuras australianas, donde se va a desarrollar la mayor parte de la miniserie.

El primer momento importante de la serie es la llegada de la familia al pueblo, donde van a reconocer a jóvenes actores australianos como Brett Cullen en alguno de los papeles secundarios, en la escena donde el padre Ralph conoce por primera vez a la pequeña Meggie.

La miniserie tenía dos personajes principales que centraban toda la trama, por un lado el padre Ralph, que debía debatirse entre las tres pasiones de su vida, muy difíciles de compatibilizar, empezando por su amor a Dios por encima de todas las cosas. Ese amor lo debía compatibilizar con su enorme ambición para ascender en la jerarquía eclesiástica, lo que le hacía estar dispuesto a casi todo para conseguirlo.

Su tercera pasión era la gran atracción que sentía hacía Meggie, que empezó como un gran aprecio hacia la pequeña con la que hacía de mentor explicándole cosas para su formación, como la leyenda del pájaro espino que da nombre a la serie, para consolarla de alguna de las desgracias que le sucedían en la vida.


Dicho aprecio se convierte en atracción irresistible cuando se convierte en toda una mujer como pueden comprobar en su presentación en sociedad convertida en toda una mujer

Nada va a ser sencillo a partir de ese momento, por su imposibilidad de mostrar sus verdaderos sentimientos así como por la intervención de su tía, la terrateniente Mary, en una fabulosa interpretación de la gran Barbara Stanwyck, que intentaba alejarle de la chica a cambio de apoyarle con dinero e influencia en sus aspiraciones religiosas.

La miniserie era todo un dramón de los de tener un pelet de kleenex al lado del sofá, por la acumulación de desgracias que le sucedían a la pobre Meggie, empezando por su amor imposible por el sacerdote Ralph, y siguiendo por toda clase de calamidades que le suceden tanto a su numerosa familia, como en su vida personal al casarse con un garrulo de mucho cuidado que la trata como un estropajo reciclable.

Su única fuerza para seguir con el vía crucis que era su vida personal, era su sueño de estar algún día con su verdadero amor el sacerdote Ralph, que es lo que  le permite seguir con su vida de penurias y continuas calamidades.

Como es habitual en este tipo de historias, es clave mantener la tensión dramática retrasando el final esperado por todo el mundo el máximo tiempo posible, hasta llegar a ese punto donde por fin los universos convergen y se produce lo que todo el mundo está esperando, en la escena cumbre de la serie, que provocó ríos de lagrimas como pude comprobar personalmente en el salón de mi casa.

La serie no estuvo exenta de controversia en determinadas instancias religiosas, que deploraban el retrato de un sacerdote que tenía semejantes tentaciones para romper su voto de castidad y que consideraban que enviaban un mensaje equivocado a los fieles. Visto desde nuestra perspectiva actual, tras los casos que han aparecido en los últimos años la cruda realidad ha llegado mucho mas lejos que la ficción en determinados casos aislados, lo que no dejaba de ser lo que reflejaba la novela y su adaptación.

En general en las series del pasado, tengo unos gustos bastantes coincidentes con la mayoría al valorar positivamente las series mas famosas y conocidas, pero puede que “El Pájaro Espino” sea mi principal excepción, ya que tanto drama y tan exagerado se me atragantó bastante desde el principio y me interesaban más las historias y las tramas de los excelentes actores secundarios que la del amor imposible de la pareja imposible, que eran las que encandilaban a mi familia y amigos.

La veía de forma disciplinada, más para no quedarme al margen de las conversaciones de todo el mundo al día siguiente en su emisión en 1985, que por necesidad de conocer lo que iba pasando.

En ese sentido la sensación que me ha dado al revisarla para escribir el articulo, es que ha envejecido bastante mal en todos los sentidos y me parece que si muchos de ustedes hicieran una revisión de la misma, perdería ese halo de gran serie que tienen en sus recuerdos, por lo que casi les recomiendo que no lo hagan y sigan felices con esas memorias agradables de hace treinta años, lo que no sucede con “Raices” o “Norte y Sur” por ejemplo

Los actores:
Richard Chamberlain, fue uno de los galanes televisivos mas importantes en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. Su carrera despegó muy joven como el protagonista de “Dr Kildare”, una serie de médicos que enamoró a las adolescentes y mujeres de todo el planeta, para intentar una carrera cinematográfica que no pasó de discreta.

A mitades de la década de los setenta, descubrió un verdadero filón en las miniseries, convirtiéndose en el rey del género, protagonizando grandes éxitos de la época como “El Conde de Montecristo”, “Centennial” o “Shogun”, para finalizar con el sacerdote Ralph de Bricassart, quizás su personaje mas conocido.

Nunca me ha parecido un gran actor, aprovechándose más de su atractivo físico que de sus cualidades interpretativas, pero tras “El pájaro espino” siguió haciendo de galán en películas como “Las minas del Rey Solomon”, para acomodarse en las películas televisivas a un ritmo de dos o tres al año, aunque lo han anunciado para el remake de “Twin Peaks” para este año y eso si que ha despertado mi curiosidad.

En cambio la británica Rachel Ward era una completa desconocida, con apenas dos películas en su haber, cuando consiguió batir a Jane Seymour, por el codiciado papel de Meggie, en una elección personal de David L. Wolper, que buscaba alguien con apariencia dulce y vulnerable, pero con una gran fuerza interior. Wolper  quedó prendado de Ward, en cuanto vio sus audiciones, venciendo la resistencia de la cadena que quería una actriz mas conocida para ese suculento papel.

Ward se ganó rápidamente a todo el mundo en el papel de la sufridora Meggie, pero no consiguió capitalizar ese triunfo en su carrera posterior, con escasas apariciones y poco destacadas al trasladarse a vivir a Australia con su marido, el conocido actor australiano Bryan Brown, al que conoció en el rodaje de la miniserie, donde precisamente hacía el papel de su marido.

Los últimos años ha ido alternando pequeños papeles con trabajos de directora de series australianas como “Rake”, pero para todo el mundo sigue siendo la pelirroja Meggie.

Barbara Stanwyck fue una de las mejores actrices de Hollywood en los años cuarenta y cincuenta, donde trabajaba a las ordenes de legendarios directores como Frank Capra, Cecil B. De Mille o Fritz Lang. Su estrella empezó a declinar con los años sesenta, al hacerse mayor, pero encontró cobijo en la televisión con series como “El gran valle”, que le proporcionaron tres Emmys, entre ellos el de su papel como la malvada terrateniente Mary Carson.

Stanwyck se comía al pobre Chamberlain en todas sus escenas y dio toda una clase de actuación a los setenta y cinco años con un personaje pequeño pero memorable, de donde pasó a “Dinastía”, en la que fue su última aparición televisiva antes de su fallecimiento en 1990 a los 83 años.

La secuela :
La miniserie cerrada no daba mucho margen para continuar con secuelas u otras maneras para intentar rentabilizar el enorme éxito que tuvo, a pesar de que lo intentaron de diferentes maneras de forma infructuosa. Finalmente en 1996, la CBS emitió un engendro titulado “The Thorn Birds: The Missing Years” que ocupa un lugar de honor en las antologías de las peores secuelas de la historia de la televisión.

La historia se centra en rellenar un vacio existente tanto en la novela como en la miniserie, de diecinueve años, que dividían la primera parte de la miniserie inicial de la segunda, coincidentes con la marcha del padre Ralph de Australia.

El riesgo de meterse con calzador a mitad de una historia con un principio y un final muy determinados, es elevadisimo y si encima solo tenemos a uno de los actores del reparto inicial, el protagonista Richard Chamberlain, trece años mayor y con un aspecto mas cercano al de una momia que al de un galan, el tinglado no se aguanta por ningun lado y desató la ira de sus seguidores por las enormes incoherencias de toda la nueva trama.

Mal escrita, peor dirigida y pesimamente interpretada, la miniserie supuso un auténtico descalabro para la CBS que perdió muchisimo dinero en su fallida aventura de revivir la saga de la que pueden ver un trailer a continuación.

Final:
No podíamos encontrar un mejor final para una semana dedicada a series papales y cardenalicias que “El pájaro espino”, que seguro que a muchos de ustedes les habrá traído grandes recuerdos de uno de los grandes fenómenos televisivos de masas del siglo XX

Esperamos sus opiniones y comentarios, aquí o en nuestra cuenta de twitter (@lmejino). Hasta la próxima
Lorenzo Mejino

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Sobre el autor

Series para gourmets nace con la pretensión de ayudar a personalizar su menú televisivo con el panorama mundial de series. Cada lunes hablaremos de series remotas ni estadounidenses ni británicas, no estrenadas en nuestro país. Cada miércoles de series actuales estrenadas aquí y los viernes recordamos series del pasado de la televisión

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