El atractivo de una premisa es un factor importante para llamar la atención del espectador y proporcionarle ciertas pistas sobre su contenido, pero a veces sucede lo contrario cuando a priori, el tema que plantean puede echar para atrás a mucha gente, aunque esconda un verdadero diamante como es el caso de ‘Dying for Sex’.
La historia de una enferma de cáncer terminal que decide abrazar el sexo indiscriminado como forma de enfrentarse a su cruda realidad, desafía todas nuestras posibles y lógicas aprensiones inicial, al tratarlo en un tono de comedia negra y bastante desinhibida que no huye en ningún momento de su tragedia personal, pero suaviza mucho esa situación gracias al humor.
‘Dying for Sex’ es una fabulosa historia sobre la amistad de dos mujeres que se deben enfrentar a la tragedia personal de una de ellas y que ha sido una de las grandes sorpresas de 2025, por la extrema delicadeza y habilidad con la que han plasmado un trágico caso real.
Ficha: Dying for Sex 8 ep 30 min .abr 2025 Cadena: Disney + (E)
Sinopsis: Molly recibe la noticia de que el cáncer de mamá que había sufrido hace varios años ha regresado y de una forma muy virulenta, con un cáncer en estado 4 con metástasis extendida por varias partes de su cuerpo, con un pronóstico terminal.
Ante ese trágico destino, Molly decide recurrir al sexo como válvula de escape de su situación, con la complicidad de Jenny, su mejor amiga y confidente, por lo que decide abandonar a su marido con el que ha tenido una desastrosa vida sexual, para buscar esos orgasmos que nunca había gozado y que ahora desea con todas sus fuerzas, recurriendo a todo tipo de artefactos y relaciones para poder llegar a ellos.
El inicio: Elizabeth Meriwether es una guionista que empezó a despuntar muy joven, tras crear la comedia de éxito ‘New Girl’ con apenas treinta años y que duró siete temporadas en antena, luego siguieron otras series interesantes como ‘Single Parents’ y sobre todo ‘The Dropout’.
Durante la pandemia, Meriwether descubrió el podcast ‘Dying for Sex’ narrado por la actriz Nikki Boyer en el que relataba la historia real de su gran amiga Molly Kochan, que tras ser diagnosticada de un cáncer terminal recurrió al sexo para poder sobrellevar su cruda realidad.
Meriwether quedó absolutamente cautivada por la historia real de Molly Kochan y la mezcla de elementos dramáticos y cómicos que explicaban en sus diálogos Molly y Jenny en el podcast y empezó a calibrar la posibilidad de utilizarlo como material para una posible serie.
Buscando una segunda opinión Meriwether ( der) llamó a su gran amiga y guionista de confianza en ‘New Girl’, Kim Rosenstock ( izq) , para pasarle el podcast y pensar en un desarrollo del mismo a cuatro manos.
Inicialmente Rosenstock no se sintió muy atraída por la premisa por considerarla bastante deprimente, en especial durante la pandemia, pero una vez escuchado el podcast, compartió el entusiasmo de su amiga y compraron los derechos del podcast, involucrando a la creadora Nikki Boyer en calidad de productora ejecutiva.
Las dos creadoras tuvieron muy claro que la clave de la adaptación debía estar en el complicado y difícil equilibrio entre la tragedia personal del cáncer de Molly y sus devaneos sexuales explicados en clave de humor y con numerosos momentos cómicos e incluso esperpénticos.
La solución fue ascender el personaje de Nikki, de ser una mera narradora del podcast a un nivel de coprotagonista cómplice desde el diagnóstico inicial, para ejercer de contrapeso emocional como amiga y confidente de Molly, a pesar de ser bastante descontrolada y desordenada.
El momento clave fue cuando convencieron a la gran actriz Michelle Williams para embarcarse en el proyecto, en especial cuando siempre había sido su primera opción, desde que empezaron a diseñarlo.
Con Williams a bordo no tuvieron mayores problemas para obtener la aprobación de la siempre arriesgada cadena FX para su emisión en la plataforma Hulu, con una única temporada de ocho episodios, que fueron estrenados este mes de abril, precedidos del siguiente video donde daban una primera impresión del tono de la serie.
La trama: ‘Dying for Sex’ no pierde el tiempo y en la primera escena vemos como el oncólogo le comunica a Molly el diagnóstico de cáncer terminal e incurable en fase 4, con el regreso de ese cáncer que creía tener curado, con el duro mazazo emocional que eso supone.
Su reacción inicial es de impotencia absoluta al perder toda perspectiva de futuro, pero rápidamente decide acometerlo de la mejor manera posible para lo que va a buscar la complicidad de su mejor amiga Jenny, una mediocre aspirante a actriz que no consigue sacar la cabeza, a la que se lo comunica de la siguiente forma en una calle neoyorquina.
En esa primera conversación empieza a pensar en todas las cosas que le gustaría hacer antes de que sea demasiado tarde y decide que tener una vida sexual satisfactoria es su máxima prioridad, harta de estar atrapada en un matrimonio con un muermo que la excita menos que la carta de ajuste.
Su primera decisión es abandonar a su marido de forma fulminante y empezar a buscar de forma obsesiva activar su vida sexual, desmintiendo de forma excepcional la evidencia médica de que la libido decae en los pacientes terminales de cáncer
Su viaje sexual empieza con masturbaciones continuas con todo tipo de vibradores para ir evolucionando a las aplicaciones de contactos con todo tipo de personas, aunque con una cierta querencia hacia los frikis y amantes del sometimiento tipo BDSM.
El contraste entre su enfermedad personal y sus peripecias en busca de orgasmos de todo tipo, proporcionan los mejores momentos de ‘Dying for Sex’ y que me han hecho reír a carcajadas en varias ocasiones ante las situaciones que se encuentra Molly con ese mosaico de relaciones de todo tipo, que harían palidecer a muchas de ‘First Dates’.
Entre todos esas relaciones destaca la que empieza a mantener con su vecino a pesar del rechazo inicial que le provoca por ser un verdadero puerco como pueden ver en la escena en que se conocen en el ascensor, en un gran gag cómico.
En paralelo vemos como va evolucionando la gran amistad entre Molly y Jenny, reforzada por el hecho de que Jenny abandona absolutamente todo para cuidar de forma exclusiva a su mejor amiga, acompañándola a sus sesiones de quimioterapia y haciéndole de cómplice en algunos de sus divertidos devaneos sexuales.
Esa relación supone una verdadera catarsis para ambas mujeres, en especial en el tramo final cuando el deterioro físico de Molly se hace cada vez más evidente, pero siempre dejando algún resquicio para sacarnos una sonrisa con algún salida extemporánea, incluso en los momentos más dramáticos.
No se tienen que sentir culpables si en medio de semejante drama personal, empiezan a reírse con algunas de las cosas que le pasan a Molly, porque ese aligeramiento del drama es el sentimiento que buscaban las dos creadoras, como una especie de celebración de los aspectos más positivos de la vida, incluso en esas trágicas circunstancias.
Además de esa relación principal entre las dos mujeres, va desfilando una galería de personajes secundarios que interaccionan con ambas, destacando especialmente la madre de Molly, interpretada por la gran Sissy Spacek, una auténtica cabra loca que nos descubre algunos de los secretos ocultos de la juventud de su hija y que explican algunos de sus traumas actuales, como dejaron entrever en la primera promoción de su estreno.
Es muy difícil que una serie consiga crear una categoría propia para poder ser definida, porque el tono de ‘Dying for Sex’ es completamente original y no admite comparaciones previas, al no poder ser descrita como la nueva ‘……..’ , un recurso habitual para salir del paso.
Su mejor virtud es que seguramente su brillantez va a generar imitadores y su influencia pase a describir nuevas series como la nueva ‘Dying for Sex’.
Los actores: Michelle Williams está absolutamente deslumbrante en el durísimo personaje de Molly con una interpretación de esas que aseguran ganar premios al transmitir todo el sufrimiento interno de su enfermedad, pero siendo capaz de alternarlo con un humor físico de alto calado en varias de sus curiosas relaciones sexuales, en especial cuando se pone en plan Dominatrix.
Michelle Williams empezó a destacar con apenas dieciocho años al ser una de las protagonistas del longevo drama adolescente ‘Dawson Crece’ en el que estuvo seis años, antes de pasar al cine con ‘Brokeback Mountain’ que le proporcionó la primera de sus cinco nominaciones al Oscar, aunque todavía no lo ha conseguido ganar.
Especializada en papeles dramáticos en películas independientes y de bajo presupuesto, volvió a televisión a lo grande para interpretar a la bailarina Gwen Verdon en ‘Fosse/ Verdon’ que le proporcionó el Emmy a la mejor actriz en miniserie, algo que puede repetir este año, con este personaje de Molly.
Bastante menos conocida a nivel popular es Jenny Slate que interpreta a Nikki, la mejor amiga de Molly. Su comportamiento alocado y descontrolado, pero lleno de amor hacia su amiga es el contrapunto perfecto a la fiera escénica que es Michelle Williams y sus diálogos entre amigas son una verdadera delicia.
Jenny Slate es una cómica que ha tenido una carrera bastante irregular, a pesar de haber estado en el trampolín de ‘Saturday Night Live’ pero donde solo duró una temporada, al no encajar en el programa. Luego ha ido tirando de papeles secundarios en todo tipo de comedias y haciendo muchas voces de animación, pero este papel le puede cambiar su carrera, con una más que posible nominación a los Emmys.
El resto del reparto está completamente supeditado a las andanzas de las dos protagonistas, aunque tengamos a gente tan interesante como Rob Delaney ( Catastrophe, izq) que interpreta al hilarante y guarro vecino de Molly, con la que empieza una relación bastante indescriptible.
En el centro tenemos a una de mis auténticas debilidades como es David Rasche, un octogenario que lleva cinco décadas al pie del cañón y que siempre consigue hacerme reír con su mera presencia, desde los tiempos de la mítica ‘SledgeHammer’. hasta más recientemente como uno de los atribulados miembros del consejo de ‘Succession’
En esta ocasión Rasche está impecable como el oncólogo responsable de Molly y que se queda perplejo en muchas ocasiones ante las cosas que hace su paciente, con gestos muy divertidos.
Por último a la derecha de la foto tenemos a Esco Jouley, una casi debutante que interpreta a Sonya, la asistenta social que intenta guiar a Molly por las opciones de cuidados paliativos terminales.
Epilogo:
SI buscan historias originales y arriesgadas y consiguen vencer sus reticencias iniciales hacia un tema tan delicado, que a lo mejor les trae malos recuerdos personales, ‘Dying for Sex’ es una auténtica joya que ha sido estrenada sin mucho bombo, pero que el boca a oreja está convirtiendo en una de las visiones obligadas de esta primavera.
Por si todavía tienen dudas les dejo para finalizar con su tráiler largo
Espero sus opiniones y comentarios, aquí o en mi cuenta de X (@lmejino), o en BlueSky ( @lmejino.bsky.social )
Lorenzo Mejino