Andaba arreglándome el pelo cuando entró uno para sentarse al lado de otro que esperaba turno. Se medio conocían y después de los saludos educados empezó la conversación:
– Y ¿en qué andas metido ahora?-
– Pues me he subido al carro de la moda.-
-¿Una tienda de modas?-
– No, hombre, he montado un bar de vinos o, mejor aún, un wine bar que queda más elegante.-
– Pero si a tí nunca te ha interesado el vino.-
-El vino no, pero el dinero sí y esto  está de moda y es fácil hacer dinero con muy poco gasto. El local ya lo tenía, un decorador con algo de gusto, una mano de pintura y para decorar las paredes eitquetas de vinos famosos que me bajo de internet, aunque no los tenga en carta.
-¿Y quién te hace la selección de vinos?
– Eso es lo más fácil, quedas con uno  o dos distribuidores potentes, te hacen ellos la selección de sus vinos y los tienes casi en depósito, es como su almacén en la calle. A cambio  no meto otros vinos pero como tienen un par de docenas de marcas parece que hay muchos vinos.
– Y ¿la pizarra?-
– La mejor inversión. pones el nombre de los vinos en pizarra y es lo que mejor se vende por copas, no hace falta ni poner la procedencia de los vinos ni las variedades que llevan. Total nadie se entera. Los cambios se hacen cuando más le apetece al distribuidor.-
– Por lo menos el que pone los vinos sabrá algo.-
– Basta con que sepa leer las etiquetas y contárselas a los clientes. Y lo mejor, tengo un jamón que se corta a mano, da igual que se corte bien o mal, lo que a la gente le gusta es que se corte a mano, se pone poco más de 25 gramos en media ración, se llena de pan y se cobra a 9 euros. Me voy a forrar. Y ni suquiera he inveritdo en copas. He puesto unas copas normales, cristal gordo para que no se rompan,  las copas sólo les importan a los pijos. Lo único importante es que el nombre sea moderno, que tenga que ver con el vino y que ponga debajo wine bar y a correr.-

El peluquero acabó con lo mío pero no  me atreví a preguntar por la dirección del local, prefiero descubrirlo solito, probaré vino si me apetece pero, eso sí, nunca pediré jamón.