Seamos claros desde el principio: los calÇots no son lo mejor para una primera cita, ni siquiera para una comida de negocios (a menos que tu seas el potentado al que te gustan y el invitado es el del banco). Esas cebolletas delgadas que nadie sabe muy bien cómo se habrán inventado, aunque lo más seguro es que las probara por primera vez un payés al que se le quemó la masía y que pensó que aquellas cebollas con pinta de puerros no se debían tirar aunque estuvieran quemadas.
Porque se preparan a la llama, a fuego vivo, se queman, se tiznan y tu tienes que cogerlos con una mano por las hojas y con la otra por la parte de abajo (tus manos se llenan de carboncillo), sale una verdura hecha, melosa, untas en la salsa romescu hecha para la ocasión y, como puedes, te la llevas a la boca.
Lo mejor es que es divertido para comer entre amigos y en compañía, te dan un babero, añades a eso pan con tomate, luego te tomas una butifarra y una crema catalana y ya estás listo. Por supuesto un buen vino del montsant (Priorato) y un cava. Y eso te lo dan todos los sábados (hasta que aguante, mediados de abril) en el Via Fora, preparados en serio (sin hornos ni micros) por Ander Etxeberría, ese cocinero catalán casi donostiarra. A disfrutar.
Blog escrito escuchando: Jaume Sisa – La Catedral