Parece que es la época de acercarse a distintas comunidades. Si el otro día nos fuimos directamente a Tarragona para comer cebolletas delgadas con forma de puerros, hoy toca bajar a Andalucía. Pero con una particularidad, esta vez, para introducirnos en ese mundo, el vino es una de las claves fundamentales.

Hace años tuvimos ocasión de hacer una “Valdespinada” en San Sebastián. Reunidos en una mesa cenamos con 16 vinos generosos de Valdespino, presentados por Eduardo Ojeda y sus correspondientes platos. Fue una noche tan brillante que se ha convertido en una leyenda en el mundo del vino en todo el país. El año pasado tuve ocasión de estar con un gran amante del vino de un gran restaurante en Girona y, sabiendo que era donostiarra y me interesaba el vino, me preguntó si había asistido a la legendaria Valdespinada de San Sebastián. “¿Asistir?” le dije, “tuve la ocasión de organizarlo.”

Una de las claves de la leyenda fueron los platos, que en realidad fueron pinchos, preparados por Juan Mari Humada a su libre elección. El preguntó por los vinos, supo por dónde iban los tiros y preparó cada plato para su vino con tal acierto que Eduardo Ojeda le miraba y no entendía nada. Acostumbrado a que los cocineros le preparen lo más adecuado de la carta sin esforzarse mucho, no entendía que en la punta más lejana del mapa hubiera un cocinero que comprendiera tan bien todas los grandes vinos que se estaban sirviendo y que supiera hacer un plato diferente para cada vino acertando plenamente en cada uno.

Pues bien, Juan Mari presenta en su restaurante Hidalgo 56 (Pº Colón, 15) un menú más corto de vinos generosos con su plato correspondiente. Así que la manzanilla “La Guita” va con un tartar de tomate y anchoas con ajoblanco, el Fino Ynocente (Valdespino) se puede encontrar con una vieira asada, está el amontillado “Tío Diego” (Valdespino), un palo cortado “Medium Tres Cortados” (Lustau) y no podía faltar el Pedro Ximenez “El Candado” (Valdespino) para los postres.
Si me tengo que quejar de algo diría que lástima que no ha podido encajar el East India de nuestros amores.

Blog escrito escuchando: Niño Josele – Paz