Estoy hasta los mismísimos de los enólogos que hacen catas de memoria o catas en lo que se llama “wishful thinking”, hacen descripciones de los vinos que tienen en la memoria o de vinos que les gustaría que fueran. No coincide con lo que bebes pero ellos van a piñón fijo y como están frente a un público entregado se tragan todo lo que les ponen delante, les aplauden e incluso les ríen las gracias si hace falta. (He visto un enólogo de una de las más grandes de España describir maravillas del vino en la copa y al rato decirle que tenía TCA, “es verdad” dijo, “cambiar el vino que está malo”). Lamentable.
Por eso cuando hablé con Anthony Terryn y me contó el vino sospechaba que no podía ser cierto, me contaba un vino casi fresco en Toro. Pensé en un francés romántico que se había enamorado de la zona y que había tenido una oportunidad única para comprar viñedos para hacer sus vinos. Vale que fueran cepas de 45 años, vale que estuvieran a 700 metros de altura, pero su descripción soñaba sospechosa, sobre todo porque era difícil que 6 meses de barrica pusiera domesticar semejante vino.
Abrí la botella después de la conversación y mis peores sospechas se confirmaron. Me encontré con un vino difícil, cerrado y poco expresivo. Así que hice algo que aprendí a hacer hace muchos años, puse el corcho a la botella, la metí en el frigo para olvidarla y abrí otra para disfrutar.
Dos o tres días después vi el vino y le di otra oportunidad. Y lo primero que pensé fue: Anthony Terryn es un enólogo genial. Vaya pedazo de vino que ha hecho este francés en Toro. Con 14,5% es un vino casi ligero, elegante, con una concentración de fruta en nariz excepcional, cremoso en boca y con ligeros toques torrefactos. Un vino en torno a los 13 euros capaz de expresar mucho más. Es un gran vino, pero ojo, es un vino que hay que abrir al menos dos horas antes de tomarlo. No sé si alguno de estos vinos deberían venir con instrucciones claras para su consumo, pero hay que darles tiempo para disfrutarlos, y de lo que sí puedes estar seguro es que estos son vinos para disfrutarlos mucho.
Blog escrito escuchando: Peter King – Tamburello