Hoy me he levantado con el pie izquierdo y odio al mundo así que he decidido descargar algo de bilis en uno de mis monstruos favoritos. Es cierto que no me gusta el cocinero en cuestión. Dos intentos fallidos en dos de sus restaurantes (en el primero de ellos con trato personal despectivo incluido) hacen que no sea de mis favoritos. Pero como él solito se va metiendo en líos y en este caso se trata de una de las asignaturas que me gustan, la publicidad, me apetece comentarlo.

La última genialidad del cocinero ha sido la de prestar su imagen a una cadena de supermercados “low cost” en el que la calidad no siempre ha brillado, sus precios les delatan, pero, además, los conozco de cerca porque he trabajado para una marca que iba a ser proveedor del súper y no pudo ser porque el fabricante no quería bajar su calidad hasta donde le exigían los alemanes.

El spot en cuestión acaba con la frase que dice el cocinero: “la calidad no es cara”. Curioso caso teniendo un ¿restaurante? que tiene un precio fijo de 160 euros sin vinos (235 si quieres un vino por cada plato). Habla de un salmón y me imagino el día que ponga salmón en su restaurante y pienso en los 9,90 el kilo que le ha costado. Si la calidad (del producto) no es cara entonces debe ser su trabajo lo caro y me pregunto si se lo merece.

Ya digo que me da igual cómo lo haga y lo que haga, fue la cocina del infierno la que le retrató de verdad y, como ya he dicho, las meteduras de pata las hace él solito.

Blog escrito escuchando: Gayngs