Para los que tenemos una edad Montejurra tiene recuerdos encontrados. Antes de romerías politizadas desgraciadas (34 años se cumplen estos días) hubo vacaciones en Estella, lo que deja una carga positiva.
Y ahora hay vino, un buen vino. Emlio Valerio tiene su historia, no es el clásico nombre propio que se acerca al mundo del vino desde la construcción lo que ha dejado a las bodegas descapitalizadas, afortunadamente es un funcionario de muy alto nivel, fiscal, y, además, de Medio Ambiente (el más antiguo de España), lo que traducido al vino significa que se ha tomado las tierras y el vino en serio, y se ha puesto biodinámico.
Seamos serios, enfrentarse a un vino biodinámico es difícil, no tienen buena prensa, cuando las cosas se tuercen no hay manera de recuperar el vino, se va y se ha ido. Pero cuando un vino te lo ha presentado Linda (en su etapa de Mugaritz) sabes que hay algo especial detrás. En su día así fue y ahora lo sigue siendo.
Este vino de Laderas de Montejurra es de un terreno familiar del siglo XIV, una parcela concreta llamada Palomar en Argonga, terrenos de caliza y arcilla donde crecen garnacha y merlot, pero donde esas variedades se vuelven compota y sobre maduración, aquí son frescura, una frescura muy curiosa donde destacan violetas y, hierbas de bosques más mediterráneos, como el tomillo y la manzanilla, no se nota nada una madera de once meses lo que quiere decir que había mucha fruta y de la buena. Al final el vino se vuelve tan complejo y maduro que incluso se vuelve cárnico. Además, me gustan los vinos largos y este es laaaaaargo por 15 euros.
Cualquiera hubiera dicho hace años que se iba a hacer vino en Montejurra, pero Estella y sus alrededores es una zona de grandes vinos, parece que sólo hay que proponérselo como ha hecho, afortunadamente, Emilio Valerio. Eso sí, vino biodinámico pero botella de 800 gramos.

Blog escrito escuchando: Tweak Bird