Vaya por delante que este vino no es fácil de encontrar, de hecho a mí me llegó de la mano de un amigo de parte de otro amigo que es el director técnico de la bodega. Pero este post pretende ser una llamada de atención al jerez, porque lo mismo que hablamos de este Inocente que se embotella especialmente para la exportación, está el Inocente que se puede encontrar en muchos lugares y es tan bueno como este.

Ahora que llega el verano te encuentras con una de esas tardes de calor, abres una ventana para que te entre un poco de aire fresco, te pones una copita de jerez y unas aceitunas de la zona y ves pasar el tiempo y te reconfortas contigo mismo porque estás en paz. Ese es un momento único.

Lo mejor del vino de jerez es que es un vino serio, maduro y profundo, sin contemplaciones. Va directo a la yugular. Al mismo tiempo es un vino sincero que no exige nada a cambio, que se disfruta desde el primer momento, aquí no se habla de abrir la botella con tiempo, decantar o la diferencia entre la primera copa y la última.

Un vino de jerez se distingue, sobre todo, por sus toques de frutos secos y este lo tiene a montones, hay almendras y avellanas, pero es que también es mineral y especiado y hay algo ligero de salinidad en un vino que es amable. Pero me apetece destacar el final, estaba yo en esa situación de paz cuando al final del primer sorbo me viene un recuerdo a… a… a ¿WHISKY?
Y al tiempo te enteras que Valdespino es uno de los proveedores de toneles de las grandes marcas de whisky escocés. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Es el jerez el que recuerda a whisky o es el whisky el que recuerda a jerez? ¿Que más da si de lo que se trata es de disfrutar?

Blog escrito escuchando: Kristian Brink Quartet – KBQ