En la última gran fecha señalada volvimos a Nicolasa, su restaurante favorito (lo demás decía que no los entendía) y volvió a pedir riñones al jerez, “porque los siguen haciendo como siempre se hacían y en ningún otro sitio los puedo tomar” y es que en casa a nadie nos gustaban.
Tampoco fue una gran cocinera pero, curiosamente, hay unos platos que han quedado en la memoria de amigos porque los hacía como nadie y eran muy especiales, difíciles de que te los encontraras en otras casas, platos orientales algunos, americanos otros. Lo que le gustaba era la mesa, reunirse con gente, recibir siempre que podía, la sobremesa, hablar y pasarlo bien viendo que los demás lo pasaban bien. Y eso es lo que queda. Sin más.
Blog escrito recordando a Anita (que es como le gustaba que le llamaran) que ayer dijo adiós son molestar a nadie.