Le invité a M por primera vez hace ya más de 25 años, mi mentor en esto de la gastronomía me dijo que pidiera un St. Emilion que se ajustara a mi presupuesto, que no fallaría, pedimos un Gewuztraminer alsaciano y un St. Emilion y, efectivamente, no falló. Con los años fue perdiendo y ya no apetecía ir. Pero Serge Blanco fue a su rescate y lo mejor de su proyecto es haberlo entendido todo desde el primer momento, Brindós está ahí casi de manera natural y lo mejor que se puede hacer es dejarlo, reanimarlo en lo necesario pero no tocarlo. Y sigue siendo el lugar para el que se creó, donde debe convivir la paz con el lujo.
Lo mejor de Serge Blanco es que le gusta la buena vida y no ha parado hasta que ha colocado al chef que realmente le pudiera hacer la cocina que él quería y aquí está Christophe Grosejan, un joven cocinero francés que ha trabajado en los últimos años en las mejores cocinas de Francia y que llega como Jefe de Cocina de un Relais en California. Sólo lleva una corta temporada pero como tiene una filosofía clara; producto local de temporada, lo ha puesto en práctica y el menú ya es un primer reflejo. Lo mejor del caso es que piensa en los aromas y sabores de su niñez, de la abuela que le inspiró para dar sus primeros pasos en la cocina, cree en los pequeños productores y no para hasta encontrar el producto que mejor le representa. Si conoces las técnicas para que todo eso funcione no te hace falta mucho más.
Una ensalda de vieiras sencilla con toda su textura, porque lo peor que se le hace al bicho es cocinarlo demasiado, dejarlo como está es una de las mejores opciones, en el momento en que los bivalvos tengan más sabor será un plato para apuntar.
El bogavante fue la sorpresa de la noche porque, de acuerdo, es un bogavante bien hecho, la carne suave y jugosa, pero la sorpresa consiste en todo lo que hay a su alrededor, el otoño en el plato con la crema de calabaza y castañas.Es un contraste de mar y montaña hecho de una manera muy creativa. Bien.
>Blog escrito escuchando: Queen – Live Killer