Mi mejor sueño incluye una tienda de vinos, enorme, pero enorme de verdad, con cantidad de vinos y champagnes, desde los más económicos hasta los de más nombre, digamos que tiene vinos desde los 3 euros hasta más de 100, los que sean. Y que además de vinos por copas, que en esa tienda se pueda coger una botella y beberla con unos amigos, y si sobra, pues que me la guarden en perfectas condiciones y mañana o pasado ya volveré a tomar lo que quede con otros amigos y si no, me la llevo a casa. Por supuesto que como la tienda es enorme tiene cantidad de sitio cómodo para sentarse y estar en una agradable tertulia.
Y el sueño también lleva algo para picar, digamos que jamón del bueno recién cortado, digamos que unas anchoas y, ya puestos, si acaso quisiera algo más, que tenga platos preparados para meter en un micro y que pueda comer en condiciones. ¿Y con el champagne? unas ostritas o unas gambas.
Y que haya dulces por si me apetece rematar el tentempié y de paso que me pongan un whsiky, de la botella que me he comprado a precio de tienda, y que también me guardarán para el futuro. Y cuando me vaya a casa me pueda comprar una buena botella de aceite.
Pero eso siempre ha sido un sueño. En una ciudad como San Sebastián eso es imposible:
Y resulta que me despierto y estoy en Lukas de Urbieta 34, en el mismo centro de San Sebastián, y me pellizco y no es un sueño, es la pura realidad y no tengo más que agradecer que esto se haya hecho realidad en esta época y en esta ciudad.
