En el caso del Mirador Ruben lo tuvo claro desde el principio. Para demostrarlo está el trabajo en la cocina y en la mesa de los experimentos, ha hecho mucho malo para conseguir lo que está haciendo hoy en día, y sabe que en esto de la cocina habrá aciertos y errores y que lo importante es reconocer los errores y mantenerse en los aciertos. Conoce el producto como nadie y tiene proveedores que creen en él porque él les anima y les da ideas para desarrollar sus negocios. Y es una persona que viaja, va a restaurantes, sabe apreciar lo que es bueno en otros restaurantes y toma buenas decisiones para renovar el negocio, si hubiéramos hecho una foto a la vajilla y a las mesas hace 5 años y lo comparamos ahora no reconoceríamos el local. Una de las cosas que dijo el inspector cuando sacó su cuaderno fue: “He notado que han cambiado ustedes los manteles”.
Pero, además, tiene un equipo sólido porque sabe enseñar y porque creen en él, da confianza a quien se lo merece y lo demostró cuando no se movió de la mesa cuando le llamaron para decirle que estaba el inspector, su equipo sabía lo que había que hacer y si había que dar respuestas ellos las tenían todas.
Cuando aparece el señor de la guía ya sabe lo que hay, ya tiene suficiente información sobre la cocina, sólo va a confirmar y a ver los últimos cambios, no es tan importante la vanguardia como que tenga una cocina consolidada, de hecho el inspector en cuestión pidió tradicional, pidió los fritos de la casa que Ruben sigue haciendo como los hacía su abuela, que es quien puso las bases del Mirador de Ulía: trabajo y pasión. Esa es la manera de conseguir los triunfos.