¿Qué tendrán los malditos polvorones? No te acuerdas de ellos durante el año y que, llegando la Navidad, parece que o te metes uno en la boca o las cosas ya no salen igual. A mi me pasa, no sé si es porque sólo los veo en Navidad pero me entra la neura. Y no es fácil encontrar uno bueno. Así que salí en busca de otro por si las moscas.
Recuerdo uno de la pastelería de la calle Fuenterrabía (esq. Alfonso VIII) en San Sebastián, cuando la conocí ya se caía de viejo (y hablo de cuando el cine era aún en blanco y negro), las señoras despachaban entre telarañas y en el escaparate sucio sólo había polvorones, no sé si los hacían con el polvo de la tienda, pero han sido las mejores que he probado nunca, dicen que murieron con la receta, a lo mejor fue para el bien de la humanidad, vete a saber de qué animal sacaban la manteca, pero es que además eran blancas, casi sin tostar y ellas las conseguían poner en el paquete porque sus manos esqueléticas no hacían ninguna presión sobre los polvorones, te los metías con cuidado en la boca y se deshacían. Luego me tocó el último año de la pastelería de la calle Peña y Goñi, la Navidad antes de que cerraran, también espectaculares. Esta vez decidí hacer una cata entre cuatro polvorones: los archi famosos de La Estepeña, también hechos a mano. Los recién llegados a la ciudad (desde Irún) de Aguirre, otros artesanos como son los de Gorrotxategi y, naturalmente, los más que auténticos Felipe II de Vitoria que, afortunadamente, para la mentes más dulcemente navideñas, llegaron a tiempo para la cena de Nochebuena.
Y los ganadores fueron:
Sobre todo porque son más finos en la boca, se deshacen sin pasar por el estado anterior de “mazacote”, y el sabor es mucho más ligero, la canela parece un aroma y está presente sin molestar, la almendra perfecta en su medida y el tostado de la harina es muy ligero. Y es que la harina muy tostada es algo que no me gusta demasiado en los que se hacen a millares, me imagino que para que compacte mejor o, simplemente, porque será más del gusto de la mayoría. Y los de Gorrotxategi tienen un ligero, muy ligero, sabor a limón al final.
Los de Aguirre se pueden encontrar en las pastelerías Aguirre de Irún y San Sebastián, los de Gorrotxategi en Tolosa y en Organic49 en la calle Urbieta de San Sebastián hasta que se acaben.
Blog escrito escuchando: Whitney Houston – The First Noel