En el caso de Dani la cosa es bien distinta. Su cocina y el llenazo del comedor no le permitía salirse de su guión personal, así que se decidió por platos de la carta, platos de invierno, platos con los que está seguro todos los días y que si tienen que sorprender que lo hagan porque tienen detrás un trabajo serio.
Así que en tercer lugar llegó a la mesa algo que, de entrada, sonaba muy bien, realmente bien:
Terrina de manitas, morros y setas, rematada con una cigala y bañado todo con una vinagreta templada de lentejas y brotes. Y el plato es eso mismo y es una gran composición. La terrina está tostada, perfectamente equilibrada con una textura muy atractiva, el remate de una cigala en su punto justo de cocción (casi cruda) le da a todo el conjunto una textura muy especial, el crujiente, la melosidad, un toque carnal, un toque de mar y cuando llegan las lentejas y los brotes te encuentras con el campo y con un final muy refescante. ¿Se nota que disfruté con este plato? Hay materia prima, hay cocina de la amatxo, hay cocina de autor, hay creatividad y hay tradición.
Pero es que después llegó un huevo con un trocito de foie y trufa que puede ser más normal pero hace falta un cocinero para que el plato destaque y uno con el gusto de Dani para prepararlo con mucha elegancia. Le está sentando bien cumplir años porque todavía está fresco y aún tiene la ilusión de seguir haciendo cocina, se ve que se divierte y eso es lo más importante de esa profesión.
Restaurante Kokotxa (una estrella Michelín) está en la Parte Vieja donostiarra junto a la iglesia de Santa María
Blog escrito escuchando: The Rubinoos – Live at Hammersmith