No se lo tomen en serio porque no tiene sentido. Sobre todo porque, sabiendo cómo se hacen las votaciones, nadie se cree la lista. Conozco algùn restaurante de San Sebastiàn incluido en la lista desde hace años en la que sólo ha entrado una persona que vota en la famosa lista. Y si es por eso, otro que sí puede votar en las listas lo hace desde su casa porque se lo “pide” un conocido y, supuestamente, respetado personaje de la gastronomía nacional.
Hasta el New York Times se ha cuestionado la manera en que se hace la lista. En estos momentos tendría más valor y respeto que la lista la hicieran diez reconocidos gastrónomos, incluso con criterios diferentes, pero que realmente se pasearan por los restaurantes para valorarlos.
Pero saldrà la lista, hablaremos del mejor, de quién ha bajado y quién ha subido y escucharemos hablar de las reservas imposibles del que aparece en primer lugar, a alguien se le subirà el pavo, a unos les sentarà bien y a otros mal. Pero al día siguiente tendràn que abrir sus puertas y seguir en la brecha sabiendo que para algunos de sus clientes son los mejores del mundo y que alguno habrà que se marche diciendo que aquello ha sido una tomadura de pelo.
Pues eso, que todo es relativo y esto de las listas no me lo creo desde que nadie se entera de que Cole Porter es el mejor compositor del mundo. Dicho queda.