En aquellos años hubo dos familias que se empeñaron en sacar eso adelante. Alceo di Napoli, un príncipe napolitano que en aquellos momentos vivía en Brasil, volvió a sus tierras, replantó todo el viñedo de sus tierras y se puso a hacer vino de calidad. A su muerte sus hijos lo han intentado con más o menos suerte. Pero la otra familia era la que nos interesaba, porque debe haber mucho amor detrás de un florentino cuya familia se ha dedicado durante generaciones a hacer baldosas de terracota y que en el peor año 68 compra un “borgo” con 10 hectáreas de viñedos. Esfuerzos y mucho amor por la tierra y por el vino han hecho que hoy haya 80 hectáreas de viñedos totalmente ecológicos (incluso tienen 26 vacas que les proporcionan el abono) con un 90% de uva local sangiovese y lo demás repartido en variedades foráneas.
Dino Manetti se puso manos a la obra e inclucó a sus hijos Giovanni y Marco el saber hacer y toda la pasión. A la muerte del padre, ambos han seguido haciendo grandes vinos en Fontodi.
Pero hay más, porque cuando visitas la bodega estás viendo la misma esencia del vino de Chianti, ves la tierra, entiendes que lo más importante para ellos es transmitir todo lo que da la tierra a sus vinos y en cada uno de ellos lo ves. Las vendimias a mano, fermentaciones lentas durante 30 días, barricas sin tostado para que no molesten y embotellando solamente en luna nueva son algunas de las técnicas que aplican para transmitir su respeto y sacar lo mejor de cada uva, incluso la nueva bodega se hace con piedras sacadas de la misma tierra donde crece la viña.
La prueba es el Merigio, un vino blanco que, afortunadamente, hacen con sauvignon blanc y tiene toda la mineralidad de un buen vino francés, tiene potencia en nariz, 8000 botellas. El chianti clásico, un vino sencillo pero de lo mejor que probamos con una selección que hacen de viñedos jóvenes y otra de viñedos más viejos, la Vigne del Sorbo y su mejor vino, Flaccianello, un vino impactante, muy complejo. Y alucinamos con un aceite que parecía recién prensado con unos aromas a hierba fresca imposibles en esta época del año, “sólo embotellamos cuando hace falta, nunca antes, y se conserva protegido.” Así se hacen las cosas cuando quieres que el consumidor aprecie el producto tal y como lo has querido hacer.
Y por supuesto, son tan detallistas para hacer las cosas bien que el tapón de las barricas que usan, el famoso “colmatore”, es de vidrio, tal y como lo inventó Leonardo.
Blog escrito escuchando: Lisetta Luchini – Gl’è Tutto Sbagliato… Gl’è Tutto Da Rifare!