Vino de la semana – Moo vino blanco de Cerro de la Encina
En el mundo de los vinos hay unos cuantos locos. Afortunadamente están bastante bien localizados, y los que no lo están porque se han escapado a algún rincón imposible, tenemos a Dani Corman para que lo localice.
José Miguel Márquez es uno de esos especímenes. En primer lugar porque así, de entrada se dedica a hacer un vino “normalito” en Montilla, Córdoba. Esa región donde, mires a donde mires, el viñedo está dedicado a hacer vinos generosos. Pero no conforme con eso, los vinos que hace son de variedades extrañas para la zona y, para seguir sumando rarezas, es de los que se dedican a la biodinámica, ni siquiera la biondinámica de Jolie, que podría añadir sulfitos antes de que se estropee su vino, en bodegas Marenas no añaden nada a sus vinos para que sean naturales como la vida misma.
Y he aquí una de las mayores rarezas con las que me he podido encontrar en este año y, que yo recuerde, en varios años a la redonda, un blanco, un auténtico blanco hecho con una de las uvas que más me apasionan del mundo, la monastrell tinta a la que le añade una monastrell blanca. Raro, raro, raro. Pero bueno, bueno, bueno. La definición sería muy difícil porque no hay nada que se le parezca, me decantaría por hierbas recién cortadas una mañana con el rocío pegándose a las manos, hablaría de higos, albaricoque y el primer mordisco a un melocotón, hablaría incluso de frutos secos al final. Es un mundo extraño pero que te llena y te reconforta.
Con este vino nadie se sienta y le dice “no me gustas”, lo más que se le dice es “que interesante eres y sé que te coy a querer”. Pocas botellas, poquísimas y hay que salir a por ellas, pero que nadie se asuste, porque no pasa de los 10 euros.
Blog escrito escuchando: Pat Benatar – Crimes of Passion