Pues allá va el penúltimo estudio que se acaba de publicar, concretamente en el Current Pharmaceutical Biotechnology, en el que dice que el vino ayuda a que los Omega 3 de los pescados azules hagan mejor su labor en el cuerpo humano. Concretamente ayuda a que se fortalezcan los tejidos del corazón.
En resumidas cuentas: que ese bicho que tenemos en el cuerpo y que, entre sístole y diástole, se mueve al menos 100.000 veces al día tiene hasta el 20% más de tejidos gracias al consumo de pescados ricos en Omega 3 y vino. Como se verá, con tanto movimiento resulta, al menos, interesante que el tejido se renueve.
Lógicamente el consumo siempre debe ser moderado, entre un y dos copas por comida y sólo valen pescados ricos en Omega 3. Y, como siempre, no valen otros alcoholes, ni cerveza ni el clásico pelotazo de whisky que te tomas con esas anchoas.
Dicho queda. El pescado azul siempre con vino.