Afortunadamente Kenji, gure Kenji, ese buen cocinero japonés que ha recalado en La Espiga se ha traido a su hermana Kyoko y junto a su mujer Asako se han encontrado con un empresario con ganas de liarse la manta a la cabeza y han dado el primer paso de lo que puede ser una gran idea. Se llama Kome – Come y, por el momento, es un puesto frente a Iñaki y Jenny en el Mercado de San Martín de San Sebastián en el que de 11 a 4 de la tarde y de 6 a 8 de la tarde hacen sushi (nigiris y makis) para el que quiera llevárselo que ya hay muchos que quieren.
¿En qué se diferencian estas piezas de otras? En primer lugar que sé que quien los hace está obsesionado por la frescura del producto y quien está detrás del negocio también. Y en segundo lugar porque Kenji sabe donde reside la gran diferencia con lo que te encuentras por los alrededores: “el arroz, la manera de hacerlo y el vinagre que usamos, no puede ser cualquiera, hay que saber hacerlo y hay que saber mantenerlo. Y cuando te lo metes en la boca tiene que explotar.” De momento me voy a limitar a decir las palabras de David, que hacía sushis antes de que llegara Kenji a su vida: “Comías dos o tres de los míos y te llenabas. Me dí cuenta dela gran diferencia cuando me comí los suyos, comí seis y aún me apetecía más. El secreto está en el arroz porque mi pescado también era fresco fresquísimo.” Por cierto, imprescindible probar la pieza de ventresca de bonito.
No lo digo yo, que también, lo dice alguien que hacía y vendía sushis.