Así es Rafa Vivanco, humilde y respetuoso con lo que le rodea. Capaz de hacer vinos comerciales que mantienen el negocio en pie, con su tempranillo y su maderita. Pero ha sido una persona que ama tanto la viña que ha sido capaz de recuperar viñedos de graciano, de garnacha o de mazuelo que podían desaparecer y ha hecho grandes vinos de colección capaces de pelear con lo más grande. En su día nos dejaron muy sorprendidos, en cata a ciegas su 4 Varietales 05 y su Graciano 05. Los volvimos a probar ayer y nos dejaron más sorprendidos, siguen en pie jóvenes, con años por delante, quedamos para volver a probar el Graciano dentro de 20 años porque sabemos todos que va a estar impecable. Pero hay más, porque acaba de hacer un vino con la Maturana Tinta que es toda una novedad diferente en la Rioja. Si realmente te dispones a conquistar a alguien con un vino este Maturana Tinta 09 de Dinastía Vivanco es uno de los mejores argumentos.
Y llegó la hora de abrir unas joyas clásicas Pomal, Imperial y Reserva 904 del 70, hablamos, discutimos, cada uno encontró su vino, yo fui más del 904 porque, en su día, me hizo ser una persona diferente, pero estaban los tres increíbles. Y con ellos Rafa demostró su lugar en el mundo del vino. Gran conversador sobre todo lo que tenga que ver con el vino, su técnica, sus detalles, su color, sus problemas, se quedó callado frente a cada vino, sonreía y se limitaba a decir algo así como “una joya”. Cualquier otro hubiera querido explicarnos que sus vinos eran mejores, que hacía vinos para que gustaran a la gente, que dónde está la fruta y el color. La humildad es uno de los mejores valores para cualquiera pero para alguien que hace vino debería ser una asignatura obligatoria en las escuelas de enología y las denominaciones de origen deberían exigirlo a todos los bodegueros. Y probamos un Ygay (Murrieta) del 54, ese es un momento único y poder hacerlo rodeado de historia es un lujo.