Quizás no se le haya homenajeado lo suficiente por aquí. Pero en un blog de cocina y comidas no podía faltar. La recordamos hace poco con la última película que dirigió Julie & Julia. Y no es por casualidad que fuera una película de cocina y cocineras, es que a Nora Ephron no es que le encantara la cocina, es que le apasionaba, era lo que en términos acutales se llama un “foodie” pero eso sí, ella lo era antes de que se inventara la palabrita en cuestión.
Hace un par de años leí su novela semi autobiográfica “Heartburn”, la leí porque era Nora Ephron y me apetecía leer algo de esa gran guionista, fue entretenida, graciosa y sorprendente porque resulta que la protagonista Rachel Samstat (supuestamente ella) se dedica a escribir libros de cocina y, por supuesto, a lo largo del libro aparecen grandes recetas que ella recomienda, recetas para sobreponerse a los cuernos y recetas para encontrar otros brazos en los que entretenerse.
Personalmente la he seguido mucho porque me gustaba esa manera tan ligera y tonta que tenía de escribir guiones y dirigir películas que llegaban a donde ella quería.
Pero desde que supe que le encantaba la cocina la seguí mucho más. Uno de los mejores artículos que se puede leer sobre la atención en el restaurante es este que Nora Ephron escribió en el New York Times (lo siento, sólo en inglés). Bestial.
Os dejo la famosa escena de cuando Harry encontró a Sally pero no tanto por el falso orgasmo sino porque la situó en un restaurante, pero no uno cualquiera, sino en el Katz de Nueva York y, lo mejor de todo, la definición sutil que hace de Sally haciéndole pedir el famoso sandwich de pastrami y ella LE QUITA EL PASTRAMI. Qúe clase de persona le quita el pastrami a un sandwich de pastrami en el Katz. Genial. Por cierto, le encantaba el champagne, los postres y el pastrami de Nueva York.