Lo de San Sebastián Gastronomika ya les sonará. Que si el mejor Congreso gastronómico de España e incluso del mundo dicen que es y seguramente lo será. Al lado de otros que traen cocina y cocineros noruegos, el de aquí se trae a los franceses históricos en un afán por mostrar las raíces de nuestra nueva cocina y en un afán por mostrar a dónde ha llegado toda esta cocina que empezó homenajeando para acabar superando.

Pero ocurre que nos hemos quedado cortos en algún momento porque cuando se habla de la gran cocina francesa que influyó en la nuestra parece que nos olvidamos de que todo empezó muchos años antes, empezó cuando venían a toda la costa vasca (desde Biarritz hasta Getaria o Deba) grandes familias que pasaban el verano entero y traían, no solo a todo su servicio, sino que grandes cocineros abrían sus restaurantes de verano en los pueblos de la costa para seguir atendiendo a sus clientes. Por supuesto que muchos de esos potentados y sus cocineros eran franceses que contrataban a señoras de los pueblos para que les ayudaran en sus quehaceres diarios y ellas aprendieron de lo bueno lo mejor. Esa influencia francesa que enseñó a los parientes de Getaria a comer esos guisantitos “Príncipe Alberto” que nosotros seguimos consumiendo y, ya entonces, se consumían tal cual se toman hoy en día.

Existió un antes de que todo el mundo de la cocina cogiera sus coches y subiera a Francia a aprender, incluso antes de que Santo Santamaría y Ferrán Adriá viajaran juntos, como grandes amigos que eran, a Francia a conocer la cocina que se hacía. Y antes de Francia existió una Italia que extendió sus conocimientos por toda Francia también gracias a la corte.

Cuando me da por pensar que la gran cocina se ha extendido porque han sido reyes, reinas y demás nobleza quienes la han movido por el mundo me doy miedo.

¿Qué tiene que ver el titular? Nada. ¿O es porque la nobleza duerme con los pies metidos entre sabanas de hilo?

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