Me puedo imaginar una reunión familiar, sin ir más lejos la Nochevieja del 2004, de los Barons de Rothschild en la que cada uno trae su vino, que si unas botellitas de Château Lafite, otras de Château Mouton y otras de Château Clarke, discutiendo sobre cuál está mejor. Pero seamos sinceros, aburridos ya de tanto vino bueno y saliendo de la reunión para irse a la coicna a tomar una copa de champagne, que es lo que realmente se debe hacer en estas ocasiones (o en cualquier otra).
Así que la familia se aburre y se reunen los primos en torno a una frasde que bien posría ser: “¿No estais hartos de tanto Chateau? Pero si a nosotros lo que nos gusta es el champagne, ¿por qué no hacemos un champagne?” Y. así, el año 2005 sale la primera botella de la bebida con burbujas con el nombre de los Barons de Rothschild, para demostrar que todos los primos se han implicado en el megociado y con son una familia bien avenida.
Por supuesto que el resultado no podía ser una vulgaridad. Compran lo mejor y lo hacen de la maejor manera en Reims pero compran la uva en los mejores viñedos de toda la zona, dicen que con contratos a largo plazo de manera que se aseguran estabilidad y calidad. Desde luego que han conseguido un vino de muy alto nivel basado, sobre todo, en la chardonnay lo que le da unos aromas muy potentes de entrada. Hay bollería, que es lo que te puede gustar de esta bebida. La palabra elegante es lo primero que te sale. Lo que más me gusta es en boca porque te lleva a los champagnes de altos precios y, lo mejor de todo, no tiene un precio elevado. Está sobre los 40 euros (Lukas de San Sebastián) pero buscando buscando lo he llegado a encontrar por 28. Y cómo queda que en la mesa se vea lo de Rotschild. Exitazo.
En twitter: @guiabuenamesa