O al menos no lo parece.
El escenario más habitual durante estos días es el siguiente: Te acercas a tu supermercado habitual, tu tienda de comestibles, te lanzas a la zona de las verduras y, normalmente, ya no quedan las vulgares lechugas, escarolas o paquetes de “ensaladas gourmet” que solías comprar. Ha desaparecido todo en ese ambiente post vacacional que todo el mundo entiende que debe ser “para adelgazar”. Al fin y al cabo ha sido una de las resoluciones del nuevo año y “cómo voy a traicionar una costumbre tan sana como la de seguir las resoluciones a rajatabla.”
Pues no, no es una buena idea. Y es que ¿nadie se ha dado cuenta de que hace frío en enero? ¿No se sabe que vivinos en una zona donde el invierno es invierno? Veamos cómo está la cosa. Esos platos potentes de cuchara, esos cocidos, esos potajes maravillosos llenos de grasa se inventaron con la única idea de pasar el invierno de la mejor manera posible. Esos panes con la miga potente (al estilo de The Loaf) se hicieron para que duraran una buena temporada y se pudiera untar en un montón de cazuelas y quedaran bien impregnadas de la grasilla maravillosa, y sabrosa. Se inventaron un montón de platos ricos y contundentes como todos los embutidos y los fiambres para que hubiera algo que comer en los duros meses de invierno. Ahorrar en calefacción y elegir la tendencia natural de hacer acopio de grasa para pasar estos duros inviernos. En enero no es una buena idea hacer caso de las dietas.
Eso sí, si alguien vive en el trópico o en ese hemisferio en el que ahora mismo están en verano, entonces no digo que no se haga la dieta, pero aquí y ahora no parece que merezca la pena porque hay grandes platos para disfrutar.
Y, por cierto, las grandes aguardientes, que luego incluso se guardaron en barricas, también se hicieron para pasar los crudos inviernos.
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