Vale, ya nos hemos reido un rato de la Botella y su relaxin pero resulta que Anita vuelve al día siguiente a su despacho y a final de mes le ingresan el sueldico y aquí no ha pasado nada.
Lo que debería preocupar a los que hacen tantas risas es cuando el inglés (el idioma y la persona humana) pueden influir en lo que cobra a final de mes o, incluso, en los beneficios que quedan en el negocio.
Hablo de los hosteleros que tienen sus locales cada vez más llenos de ciudadanos de habla inglesa y que parece que les importe un comino (one cumin). Bueno, siendo sinceros, sí hacen el esfuerzo de contratar a personal de habla inglesa, el problema es que el examen se lo hace el mismo profesor de la Sra. Botella porque les da exactamemte igual que el inglés que saben lo hayan aprendido entre una cuadrilla de pequeños incultos y que su vocabulario no pase del “epa” “passsa” en un inglés perfecto y que con un movimiento de cabeza acaben por entenderse con el cliente. Cuántos hay que dicen que saben inglés y que cuando les piden la cuenta les basta con señalar los numeritos que aparecen en la pantalla de la caja. Y luego está el que sí sabe suficiente inglés pero que es un inútil atendiendo en la sala y me acuerdo del momento en que prefiero que el médico me salve la vida antes de que sepa hablar en…
Pero donde ya se remata la jugada es en las cartas en inglés, ahí es donde “relaxin with a café con leche” toma su verdadero sentido. Veamos: la carta es la manera en la que un comensal dice lo que quiere comer, es la manera en que entra el dinero en un restaurante o en un bar, si te apetece lo que lees lo pides, de ahí la importancia de que se entienda. Pero no hay manera. Hay hosteleros que confían sus traducciones a google dando un resultado imposible de entender. En la carta unas coquillas en inglés se convierten en “coquillas”, los txipirones, según el día pueden ser “squids” “baby octopus” o “cuttlefish” que ya me dirá alguien lo que tiene que ver un calamar con un pulpo o con una sepia. Y ya si nos metemos en algo tan sencillo como la txuleta las traducciones pueden ir desde el “ox”, hasta el “old cow” o sencillamente “txuleta” que no hay quien lo traduzca, con lo fácil que es un T- Bone steak.
Parece que no hubiera en toda la ciudad ingleses o americanos amigos de un amigo que vengan a cenar gratis para ayudar a traducir las cartas, pero quizás eso sea muy caro.
Recomendación a los hosteleros locales: saquen fotos a sus pintxos y hagan una carta de fotos, fotocopias en color algo caras pero más prácticas, ya lo inventaron en la costa hace muchos muchos años.
Y ya no me voy a meter en el asunto de la diferencia de precios entre quien habla inglés y quien habla castellano o euskera, que eso ya clama al cielo pero será otro día.
En twitter: @guiabuenamesa