Hace bien poco un personaje que se supone que sabe mucho de lo que dice del vino, una autoridad de la cosa de los sumilleres, me vino a replicar una idea mía sobre el hecho de que un espumoso (concretamente un cava) con años de antigüedad sólo podía estar bueno si se había guardado en la bodega y el degüelle había sido muy reciente. Qué pena me da, con su edad y a pesar del tiempo que ha pasado como autoridad de la cosa no haya podido probar lo que algunos hemos tenido la ocasión de probar en la última sesión de iRekonductibles.

Resulta que un señor llamado Agusti Torelló Mata (a quien no tengo el gusto de conocer) es uno de esos obsesos del mundo del cava empeñados en demostrar al mundo entero que el cava puede estar entre los más grandes vinos si se hace bien desde el viñedo. Este señor desde sus primeros años de hacedor de buen cava presenta el Kripta, una joya única y diferente que, desde el principio nos han contado que es un cava que está en las cartas de grandes restaurantes franceses confundido entre los champagnes. Confieso que la primera vez que entró en una cata no descubrí sus poderes hasta que se decantó, entonces explotó, se expresó como el gran vino que es, se hizo único entre los suyos, fue la joya que se le supone y fue mejor que una mayoría de grandes nombres mucho más caros.

Entra un señor llamado Casiano. Resulta que tenía/tiene un restaurante reconocido en Trintxerpe, especializado en mariscos y pescados (aunque dicen que su mujer borda un cordero que aún no he podido probar). Pues este señor desde el principio de los días del restaurante en cuestión tuvo mucho respeto por el vino y los grandes vinos incluyendo no sólo los riojas que se vendían entonces, sino también supo escuchar, probar y comprar otras joyas, entre ellas champagnes y cavas que merecían la pena, supo gastarse su dinero y supo respetar esas bebidas guardándolas de una manera cuidada. Entre las cosas que compró hace años fueron unas botellas de Kripta desde que salieron a mercado porque merecían la pena. Casiano está entre esos maravillosos hosteleros que conocen bien el oficio, que han hecho las cosas bien y con humildad y que ha sabido tratar bien a los clientes.

Entra Aitor. Aitor es hijo de Casiano, el del Izkiña de Trintxerpe de quien ha sabido heredar la pasión por el vino y que se ha puesto las pilas en ese mundo y termina siendo uno de los mejores conocedores de vinos que hay por los alrededores. Y entre esas cosas de la confianza de padre a hijo le ha entregado las llaves de la bodega y en eso que Aitor anda en la bodega y de vez en cuando descubre cosas que a otros ya nos les queda. Así que en nuestro encuentro habitual de iRekonductibles aparece Aitor con una botella de Kripta “de hace más de 20 años, de cuando salió” nos dijo él, “a ver cómo está.” No se puede explicar cómo estaba, si hay algo que los dioses identifican con el néctar debe se resto y aún conservaba su punto de burbuja fina y aún conservaba su acidez. Lo que hace pensar en la perfección. Increíble.

Decirle a ese señor autoridad que si uno sabe de los suyo y no sabe defender lo suyo mal lo tenemos.

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