Extracto de un correo leído en el bar del hotel de Londres
mientras el propietario se ausentaba para hacer lo que tenía que hacer:
Estimado Jaime;
…. así que al final he terminado en la terraza acristalada
del Hotel de Londres justo a la hora de la puesta de sol (¿qué otra cosa podía
hacer dadas las circunstancias?) y no te puedes ni imaginar la sorpresa que me
he encontrado. De entrada he pedido un Dry Martini a quien parecía un joven
camarero sin ninguna experiencia y dados los lumbreras con los que nos hemos
encontrado en algunos de los mejores bares y hoteles de Madrid (¿te acuerdas de
cuando nos quisieron servir un Dry en vaso con la mitad de Martini y la mitad
de ginebra?) le he preguntado directamente: “¿Sabe usted hacer un Dry Martini?”
Me mira muy serio y me pregunta “¿le gusta muy seco? Y ¿qué ginebra le pongo?”
A lo que ha añadido “Aquí todos sabemos hacer un Dry Martini”. Nada que ver con
tu experiencia en el último cinco estrellas.
Me lo sirven y me encuentro con una de mis mejores
experiencias del viaje, tanto gastar la herencia en lugares exóticos y lejanos,
tanto pasar las horas muertas en las fincas de Toledo y Extremadura para acabar
encontrando lo que buscaba a pocos kilómetros. El paseo de la Concha, un buen
cocktail, viendo la gente pasear, la puesta de sol y rodeado de gente
maravillosa disfrutando de su estancia, una buena cerveza por un lado, una copa
de champagne (del auténtico) a un buen precio por otro, todo servido en copas
congeladas, como debe ser. Tiempo para pensar y estar tranquilo.
Debe ser lo que se conoce como el ñoñostiarrismo pero creo
que me he enamorado y me quedo a vivir aquí, no se puede pedir más…”
Las buenas experiencias las da cada momento. Esto es un saludo a Luis Mari, Diego, Txema, los
Angeles y otros en el bar del Hotel Londres que ahorran cantidad de horas
perdidas frente a los libros de autoayuda y hacen que las experiencias sean tan
buenas.