No sé si existirá y cuanto más tarde en saberlo, mejor. Pero por lo que dicen el cielo debe ser un lujo y una especie de paraíso. Lo bueno es que a los señores de Abadía Retuerta se les ha ocurrido sacar adelante un hotel en sus terrenos, entre viñedos, y ese hotel llamado L’Domaine debe ser lo más parecido al cielo que hay sobre la tierra.

Para empezar el lugar es idílico, una Abadía renovada del Siglo XII entre viñedos, al lado del río, suficientemente apartado para que te encuentres con el silencio con ganas de atraparte. pero lo suficientemente cercano a la civilización para que no te sientas un ermitaño extraño. Y luego está el servicio, algo así como tres personas por cada huésped y no les llaman camareros ni recepcionistas ni botones, son mayordomos, como si tu fueras el único señor de esos dominios. Por supuesto la decoración, la nobleza, los elementos artísticos, los materiales, la tecnología (incluido el WIFI que no sólo es gratuito en todo el hotel, sino que no requiere nombre de usuario ni contraseñas ni páginas de bienvenida ni portale intermedios, llegas y funciona perfectamente como en casa, como debería ser en todos los grandes hoteles), los aparatos a la última del gimnasio, los commodities, todo, absolutamente todo está de acuerdo con las expectativas que te han propuesto desde que entras en el lugar.

Y remata el detalle el hecho de que Andoni Luis Aduriz haya decidido, por primera vez en la vida, salir de su Mugaritz y ejercer de director gastronómico o, lo que es lo mismo, llevar las riendas del restaurante. Lo ha hecho convencido de que este es un proyecto serio que se encuentra muy cerca de la excelencia, al menos lo quiere conseguir constantemente y si la persigues al menos no bajas la guardia y de eso sabe un rato Andoni. Al frente del restaurante ha puesto ha Pablo Montero salido de la cocina del Nerua de Bilbao.

Lo remata todo el hecho de que la Abadía tiene una pequeña capilla que es una bodega casi única porque tiene viejas reliquias de Abadía Retuerta que están perfectas, sabiendo que Angel Anocibar fue el primero de su promoción en Burdeos está claro que sólo sabe hacer vinos buenos hechos para durar.

Pero la jornada se completa con la visita a la bodega y los viñedos de Abadía Retuerta y el paseo por los viñedos y los lugares más emblemáticos de la finca pudiendo acabar con un almuerzo bajo la encina centenaria, y entonces ya piensas que te has muerto, que has sido bueno durante toda tu vida y que estás donde te decían que ibas a acabar: en el cielo.