Sacerdote tuvo que ser ser el inventor del famoso cocktail. Sencillo donde los haya y refrescante. Empezó siendo un Kir normal de vino blanco y cassis para pasar a ser Royale con champagne y cassis, casi casi mezclados al gusto para dar lugar a un rompehielos ideal (como cocktail de bienvenidad), refrescante y encima con el nombre de “royale” que siempre da prestancia.
Así que estábamos en una cata de pacharanes y no había duda, porque al final el cassis es un licor de una grosella negra (una baya) macerada en alcohol y el pacharán no deja de ser una endrina (otra baya) macerada en alcohol con anís. ¿Por qué no? Nos dijimos ¿por qué no podemos hacer un cassis más de aquí? Cava y pacharán. Y allá que nos lanzamos. Y no estuvo mal, hasta Pepe Dioni, maestro de cockteleros, le dio el visto bueno.
El kir nació con la idea de dar salida a dos productos de una zona, la borgoña francesa (por lo del vino y el cassis), así que la historia se escribe con ideas de promoción brillantes y, sobre todo, la importancia de lo sencillo, es de esos cocktails que se pueden hacer en casa en cualquier momento. Seguro que habrá alguna botella de pacharán perdida y habrá quedado la botella de cava de navidades, así que cuando lleguen los familiares y/o amigos a casa antes de la comida o cena preparad el kir este más de aquí y que disfruten que para eso está la vida.
Lo que sí habrá que hacer es buscarle un nombre decente.
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