Dice Doña Concepción de Miguel Portillo, Catedrática de la Escuela Universitaria de Ingenierías Agrarias que “las últimas investigaciones realizadas en el campo biomédico muestran que el reveratrol genera cada vez más expectativas con su efecto preventivo sobre enfermedades cardiovasculares y cancerígenas.” Además, al contener ciertas enzimas que regulan el envejecimiento de todos los organismos vivos, “se podría utilizar para prevenir trastornos asociados a la edad como puede ser la diabetes tipo 2 y el alzheimer.

Dice también que en las uvas se pueden encontrar concentraciones de hasta 2000 microgramos por gramo, constituyendo así la fuente más importante de resveratrol para el consumo humano y debido a que se localiza fundamentalmente en la piel de las uvas se explica el mayor contenido de resveratrol en los vinos tintos.

Hasta aquí Doña Concepción es encantadora. Pero resulta que empiezan las condiciones. Depende del tipo de vinificación (la maceración carbónica es mejor), del prensado (cuanto más mejor), de la variedad de la uva (pinot noir o merlot más que la garnacha) o de la climatología (cuanto más sol, mejor). La última condición es bien clara: “la crianza en barrica, así como la utilización de determinados filtros y clarificantes disminuyen su contenido drásticamente.”

Así que si había hecho acopio de grandes reservas para pasar una vejez sin problemas, olvídese. Y de los blancos en barrica ni hablemos. Lo que le devolverá la juventud es, precisamente, ese vino joven de maceración carbónica baratito y que todos los años aparece allá por la primavera. Para una vez que se puede recomendar algo económico para la salud en cuanto salga el vino láncese a él, bébalo fresquito y no lo deje para el año que viene no vaya a ser que ya no le dejen beberlo por mayor (usted, no el vino).

Lección aprendida: estar entre los jóvenes rejuvenece, huir de los viajes del Inserso que encima ni darán vino. Salud.