Cuentan los más viejos del lugar que antiguamente, muy antiguamente, los agricultores, que hoy se llaman viticultores, hacían sus vinos tal que así. Entraban en el viñedo, en su finca, cuando consideraban que era oportuno, recogían lo que había y el vino se hacía. No había técnicos, no había enólogos, y, por no haber, no había gente rara hablando de vinos, como yo. Había lugareños que hacían vino y se hacía perfectamente.
Más aún, no había denominaciones de origen que obligaran a unas uvas concretas, no había etiquetas en las que tuvieran que poner 100% tempranillo o lo que fuera. Nadie preguntaba: ¿qué variedades lleva? A nadie le importaba, si el vino estaba bueno se compraba y se acabó. En Francia a nadie le importa qué uvas entran en un determinado vino y, al fin y al cabo, ellos algo saben de eso.
De esa filosofía, de esa tradición tan sincera de hacer vinos sin tapujos nace este Phincas y David Sampedro es su responsable.
David Sampedro es un joven vinatero, un joven que sabe hacer vinos de verdad, vinos que saben a vino y a tradición, un joven al que le gusta jugar con las variedades y que nos está dando un montón de alegrías a pesar de ser tan joven. Ha encontrado una parcela en La Rioja donde se mezclan un montón de variedades, graciano, tempranillo, garnacha y viura entre otras porque seguro que habrá alguna otra cosa rara, las ha recogido cuando ha llegado la hora, todas al mismo tiempo, y ha hecho uno de los vinos riojanos que se recordarán.
Este 09 es muy frutal y muy fresco, la madera le ha acariciado al vino y por eso no se nota casi nada, pero seguro que lo suficiente para que el vino aguante años, lástima que no podremos saberlo porque nos lo bebemos todo hoy. Merece la pena si se quiere saber lo que es el vino de verdad.
En twitter: @guiabuenamesa