He oído quejas de que algún bar ha subido un poco los precios este verano. Es otra manera de atacar la crisis. En marketing es un valor aceptado, el precio es una variante, lo único que tienes que hacer es encontrar la suficiente cantidad de personas capaces de pagar el precio que pides para mantener el negocio, si son menos, nunca mantendrás el negocio por mucho que cobres. Pero subir los precios es una de las variantes válidas.
El problema es que a mis amigos hosteleros parece que no se les ocurre más variantes que la del precio para superar la crisis. En un momento dado a todos se les ocurrió la idea de bajar los precios, hubo incluso quien lo hizo a la mitad de lo que cobraba antes, el problema del precio es que siempre hay alguien a tu lado capaz de bajarlo aún más o, por lo menos, dar la sensación de que está ofreciendo más por el mismo precio. Y, además, la imagen que se transmite no siempre es la mejor, el consumidor entiende la bajada de los precios en una promoción concreta pero no la entiendes porque sí.
Lo cierto es que también hay a quien se le ocurrió la variante de la distribución, que en el caso de un negocio en un lugar fijo es dar más oportunidades a la gente para que te visite, es decir, abrir más días de la semana para ver si así consiguen más clientes.
Lo triste es que no se les haya ocurrido más variantes que esas dos, no sólo porque no tengan a algún especialista en marketing que les aconseje (nunca lo han creído necesario y han vivido felices sin esas tonterías) sino porque la variante “precio” dentro del marketing es el que se entiende con más facilidad y, además, es una variante que no cuesta ni dinero ni creatividad. Lo que es realmente triste porque el marketing incluye otros factores más creativos que pueden dar buenos resultados.
Como supongo que va a ser un otoño muy muy duro dejo un par de ideas gratuitas desde mi perspectiva de asesor de estas cosas:
Hay ejemplos simples y sencillos que están en la calle y en otros sectores y que podrían copiarse como los clásicos 2 x 1; los que dan dos turnos pueden cobrar precios especiales antes de las 10 de la noche; se pueden cerrar promociones de circuitos entre bares y restaurantes (aperitivo en un sitio, cena en otro y copa en el tercero) a un precio cerrado; regalos por la cena (¿el vino?) que es algo que a nadie se le ha ocurrido aún; promociones entre varios bares (tienes que pasar por cinco bares para conseguir el pincho y vino en el último gratis); algo tan sencillo como más por menos. ¿Y aquello que se llama fidelización? ¿por qué no buscan una fidelización a sus clientes habituales a base la promesa más sencilla? Vienes a cenar x veces y te regalo una cena. La gente del cine ya inventó el día del espectador y el de mi video club cobra un fijo por adelantado para 30 películas por lo que el alquiler sale mucho más barato que si lo pagara cada vez.
El restaurante del Casino Kursaal lleva años haciendo un juego sencillo y creativo: te juegas a la ruleta el precio de la cena, nunca pagas más de 36 euros (en el caso de que te toque el número más alto) y de ahí para abajo. Sería difícil que a los dos comensales les tocara el 36, y si es así más vale que corran a la ruleta de verdad porque seguro que se sacarán el dinero de la cena en un par de tiradas. No hace falta ser todo un Casino para jugarse la cena (¿no dicen que a los vascos les encanta el juego?) de alguna manera. Lo importante es que pongan ideas en marcha porque así no van a poder seguir. Lo malo es que esas promociones hay que anunciarlas para que se conozcan.
Blog escrito escuchando: Rubén Blades: Live