Cuando empecé en esto del mundo del vino no existían ideas como esta. Uno leía acerca de un vino y si no lo encontraba en las tiendas del ramo llamaba a la bodega para que le mandaran una caja de vinos que “había que probar”, precio del vino más portes, total, una pasta. Los clubs de vino de entonces solían ser de alta calidad y dedicados a un solo vino del tipo: 6 vinos de Rioja Alta a un precio interesante, pero de ahí no salías. Y luego los había que, una vez dentro, estabas obligado a comprar.

Con el tiempo conocí a Quim Vila que llevaba un club de vinos extraordinario y a través del cual he podido probar los mejores vinos a los mejores precios. Vinos nuevos, denominaciones curiosas, alguna maula, pero incluso eso estaba bien porque así empezabas a ver las diferencias porque había más de un gran vino. Precios razonables y si no querías comprar un mes no pasaba nada.

Yo recomiendo, sin dudarlo, apuntarse a un club de vinos porque es la mejor manera de probar cosas diferentes y, normalmente, interesantes, cosas que a lo mejor no se te ocurre comprar y que te llega a casa, cosas que ni se te pasa por la cabeza probar y las recibes en casa, se descubre mucho y bueno. Lo mejor es encontrar uno a un precio razonable.

Este de Lukas en San Sebastián está muy bien. 6 botellas de 3 vinos diferentes lo que permite probar bueno, a veces 3 tintos, a veces 1 blanco y 2 tintos, y en navidad hasta champagne.
Y todo en torno a los 50 euros. Lukas sabe buscar vinos y encuentra auténticas locuras y, por su estructura y volumen, tiene que tener muchos y buenos vinos, que es lo que hace que un club de vinos funcione.

Una idea para la navidad: dar de alta a alguien en un club de vinos y regalarle el primer mes. Creo que es la mejor manera de hacerse con una bodega y de probar cosas que, a veces, ni se te hubiera ocurrido. Hay muchos en muchas partes, se trata de encontrar el más conveniente.

Blog escrito escuchando: The Black Album – temas de los Beatles en versión reggae.